#Día diez; Sudar. { Rubelangel }

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Ir de tragos como los viejos tiempo no sonaba para nada una mala idea. Alcohol, palabras y risas de por medio. Ningún problema, cero pensamientos negativos. Solo Rubén y él. No sonaba para nada mal. O eso era lo que pensaba mientras caminaba hacia el bar en el cual había quedado con su mejor amigo, y con otros más. Realmente el único que le interesaba ver en esos momentos, después de tanto tiempo, era a Rubén. Dios, en verdad necesitaba sacárselo un momento de la mente.

Cuando ya estuvo en el bar no dudó en decir que había acertado con sus pensamientos. Las risas nunca pararon, entre bromas malas y gestos pasaron cerca de tres horas en el bar. Tres horas en las que habían tomado de más. Miguel había ingerido como mucho unas cinco copas, mientras Rubén y Alex tenían más de unas  doce encima. Estaba de más decir que la alegría de esos dos últimos estaba por los cielos.

La fiesta termino así; con un Rubius borracho y muerto de la risa, con una pelea entre Abraham y un chico que ni siquiera conocían, además de mucho, pero mucho, sueño. Debido a que algunos del grupo, además de los ya nombrados, estaban demasiado ebrios quedaron en dividirse en grupos. Mangel llevaría a Rubén y a un compañero más que por fortuna vivían cerca del rubio oscuro.

Así fue como, tras haber llevado al primero a su casa sano y salvo, Miguel se encontraba llevando casi arrastrado al perezoso Rubén. Comenzaba a sudar de tanto esfuerzo. Creía imposible que el mayor pesara tanto cuando era tan delgado.

Soltó un largo suspiro al momento en que llegaron a la puerta del departamento de su amigo, al menos había podido usar el ascensor. Rebuscó entre los bolsillos ajenos hasta que encontró la llave para abrir, y con un poco de esfuerzo más termino su labor echándolo de cara a la cama. Preocupado por el muchacho estaba, pero el dolor de su espalda iba por encima de la preocupación.

 — Voy a quedarme con el dolor una semana —aseguró el menor de los dos tirándose al otro de lado de la cama, ocupando gran espacio de la misma.

— Tengo sueño —murmuró el mayor, ignorando totalmente las palabras contrarias. Mangel golpeó su cara con frustración al escucharlo.

— Duerme, mañana te llamaré —tras aquellas palabras Mangel hizo ademan de querer levantarse, pero el brazos del mayor detuvieron su paso.

— No me dejes solo…

Con palabras así se le hacía imposible a Miguel Ángel siquiera levantarse de la cama. Posiblemente ninguno de sus compañeros de piso  notara que iba a falta a dormir un día, tampoco le importaba. No se estaba siquiera deteniendo a pensarlo dos veces, era obvio que se quería quedar ahí esa noche. Y finalmente; así fue.

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora