#Día siete; Medianoche. { Wigetta }

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Pesadillas, malditas e hijas de puta pesadillas. Serían seguramente las tres y media de la madrugada para cuando Guillermo se despertó por quinta vez. Siempre que cerraba los ojos sueños poco agradables le invadían, y justo en el momento en donde todo comenzaba a nublarse lo dejaba. Prefería levantarse a tener que seguir repitiendo mentalmente imágenes que le asustaban. Aunque no era ningún cobarde debía ser sincero consigo mismo, estaba aterrado.

Además, que fueran las tres de la mañana no ayudaba mucho. En más de una ocasión había escuchado hablar de esa hora de la madrugada, y nada bonito recordaba de ella.

Quitó las mantas de la cama y encendió la luz de la lamparita que descansaba como un ángel protector al lado derecho de su cama. Sus manos se pasearon por las sabanas blancas con delicadeza mientras su mente intentaba auto-convencerse de que nada malo estaba pasando, de que eran simples imaginaciones suyas. Suspiró al no lograr nada con ello, tomando de paso el móvil para verificar la hora. Efectivamente, eran las tres y media de la mañana pasadas.

Quizás tomar algo de agua lograra calmarlo, o eso fue lo primero que se le paso por la mente. Tomando valentía se levanto de la cama y salió por la puerta, pero antes de que sus pies lo guiaran a la cocina logró notar la luz que se colaba por debajo de la puerta de Samuel. Era imposible que su mejor amigo estuviera despierto a tales horas.

Sin problemas abrió la puerta para darse cuenta de que aquella luz provenía del computador de su compañero, y que el mismo estaba acostado en la cama roncando. Vale, casi roncando. Guillermo rió bajito al verlo, entrando únicamente para apagar la pantalla que dejaba ver que el vídeo de su amigo ya estaba totalmente cargado.

— ¿Qué haces? —la voz adormilada de Samuel había hecho al pobre Guillermo saltar del susto. Si antes estaba asustado, la sorpresa casi le había sacado el corazón el pecho.

—En cago en ti mil años, Samuel —mustió apenas Willy con la mano en el pecho, lanzando una mirada asesina a quien sería el ahora risueño Samuel. Es que era un mala gente.

— ¿Por qué tan asustado, chiqui? —tras ser mala gente actuaba así, maldito. Willy seguía con ganas de querer matarlo.

— No he podido dormir mucho… —admitió un tanto avergonzado acomodando la camiseta blanca que usaba como pijama, con la mirada baja.

Escuchó un par de ruidos antes de alzar la mirada hacia el mayor, y para cuando lo vio noto como este le había hecho un pequeño campo en su cama. La avergüenza había crecido muchísimo más, aunque tenía el consuelo de que él no lo notaría gracias a la oscuridad.

Los pies del menor de los dos se movieron despacio hasta el contrario, dudando cuando este mismo le invito a acostarse. Dormir juntos, mierda. Guillermo jamás había estado tan nervioso en toda su vida, pero lo más raro era que estuviera nervioso por dormir con su mejor amigo. Con su mejor amigo, solo eso. Nada más.

Aun con dudas y sin respuestas entró a la cama, refugiándose en las cobijas sin pensarlo. Ni siquiera bajo las mantas estaba a salvo, o al menos eso pensó cuando las manos de su compañero alzaron su refugio para también resguardarse en él. En medianoche, en la cama de Samuel, ambos bajo las cobijas moradas del chico. Jamás en su vida iba a olvidar ese día. 

Challenge de escritura. { Youtubers }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora