Capítulo 32: Desastre

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Al otro día en la mañana después de desayunar y despedirme de mi familia salí corriendo en dirección al pozo sin darme cuenta que alguien me seguía. Coloqué mis rodillas en el borde listo para saltar al lugar donde se solía poner los huesos de demonios pero fui detenido por una conocida voz detrás de mí.

Rukawa: ¿Piensas suicidarte al tirarte por ahí?

Al darme vuelta lo vi apoyado en una de las paredes del lúgubre lugar. Su parecido al gran Lord del Oeste era impresionante, el mismo que Inuyasha derrotó otra vez hace dos días. Podría jurar que son la misma persona, lo cual me asusta.

¡Maldita sea! ¡¿Cómo explico esto?!

Hakuryu: eh yo... —intentaba inventar algún pretexto con tal de que no se enterara de lo que realmente estaba haciendo— ...voy a limpiar el pozo por dentro.

¡¿Eso es lo mejor que se te ocurre, Hakuryu?! Soy un desastre.

Rukawa: —me miró desconfiado y con justa razón, no hay manera que crea eso— ¿Con una mochila?

Rayos, había olvidado ese detalle.

Hakuryu: traje cosas por si me aburro ahí abajo —apesto inventando excusas.

Él arqueó una ceja no muy convencido de lo que le estaba contando, lo admito, yo tampoco creería esa historia completamente ridícula. Desearía tener más imaginación y destreza para poder mentir mejor. De tantos problemas me habría salvado.

Rukawa: entonces ¿Limpiarás el pozo por dentro y si te aburres sacaras cosas de tu mochila de viaje?

Es la peor historia que alguien alguna vez podría inventar. Una completa basura.

Hakuryu: exactamente —traté de sonar confiado en mi respuesta.

Una gota de sudor caía por mi frente, los chicos me estaban esperando, no podía llegar tarde, se suponía que debía haber estado hace mucho rato allá. Inuyasha me va a matar. Espero que Sango y compañía todavía no hayan vuelto de la aldea de exterminadores.

Rukawa: suena interesante, déjame verte hacerlo.

Oh, no. Estoy en problemas, apenas entre viajaré a la época antigua ¿Qué debería hacer? No puedo dejar que mi hermano me vea hacerlo.

Hakuryu: no puedo hacerlo cuando me miran.

Otra mala mentira ¿Qué es lo que quiero lograr? ¿Ocultarlo o que me descubra más rápido? Me pregunto cómo he sobrevivido todo este tiempo.

Rukawa: ¿Por qué? ¿Te da vergüenza, hermanito? —mencionó burlesco.

Me senté en el borde del pozo mirando hacia a él, se va acercando de a poco de forma elegante hasta quedar frente a mí. Su cara engreída nunca salía de su rostro, su típica mueca de toda la vida.

Rukawa: ¿Por qué no entras?

Hakuryu: ya te dije que prefiero hacerlo cuando estoy solo.

Oculto mi nerviosismo mirando el suelo, observo como sus pies cubiertos de unos elegantes y costosos zapatos dan un paso más cerca. A pesar de ser su día libre vestía de manera formal, estilo heredado de nuestro padre. No se podría esperar menos del segundo de la gran empresa.

Rukawa: vamos, limpia el pozo —levanto mi vista para encontrarme con sus cercanos ojos cafés observarme con malicia.

¿Qué estaba planeando hacer?

Antes que pudiera hacer o decir cualquier cosa con su mano me empuja fuertemente hacia atrás haciendo que perdiera el equilibrio y cayera directamente en el portal que unía a estos dos mundos. El peso de la cargada mochila en mi espalda solo aceleró el proceso de la gravedad. Alcancé a susurrar; “maldición” pero ya era demasiado tarde, la luz me absorbió y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en el fondo del pozo de la época antigua.

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