Capítulo 75: Acero

127 9 21
                                    

~Inuyasha

Desenvaino mi espada listo para el combate, como era de esperarse, la hoja cae al suelo por su peso. No puedo usarla. Unas diminutas manos tiran de mis cabellos con desesperación.

Myoga: ¡Debemos escapar!

Inuyasha: ¡Yo no soy ningún cobarde! —le grito molesto.

No voy a huir de una pelea, mucho menos de esta que significa recuperar el control de mi espada y vengar la muerte de mi padre.

Myoga: ¡¿Está loco?! ¡El amo Toga no fue capaz de matar a ese monstruo! ¡Menos usted!

Inuyasha: entonces es momento de demostrar que superé los poderes de mi padre.

Ryukotsusei: ¡Muere! ¡Mitad bestia!

Abre su boca, junta su energía en una bola de color azul y la expulsa hacia a mí. Salto para esquivarla, a los pocos instantes hace otra. Con un solo movimiento aterrizo sobre su cuerpo, corro sobre su piel con tal de llegar a su corazón, sabía que no lo lograría así que intenté enterrar mi espada en su lomo. Era imposible, Colmillo era incapaz de traspasar sus escamas.

Ryukotsusei: ¡Esa espada tan débil no podrá derrotar a mi coraza! ¡Es impenetrable!

De un movimiento me empuja y caigo al suelo, me levanto rápido y apenas logro esquivar otro de sus ataques que explota en mi espalda lanzándome varios metros en el aire hasta estrellarme en una roca. Eso dolió. Otro poder más casi me llega, rodee hacia un lado para evitar el impacto.

Maldición, me cuesta trabajo esquivarlos, son demasiado seguidos.

Perdí la cuenta de cuantas veces corrí por las rocas intentando llegar a su corazón para ser atacado por las bolas de energía azules. Estaba agotado, por el peso de Colmillo no podía moverme libremente, saltar era todo un desafío, mis piernas tenían que hacer el triple del esfuerzo que requiero para poder elevarme en el aire.

Una bola explota a mi lado lanzándome al suelo y casi sepultándome en rocas, no alcancé a levantarme y ya venía otro, maldición.

Solo me queda esperar el impacto.

~Hakuryu

En el horizonte aparecían tormentosas nubes negras, junto con ellas una espantosa presencia maligna. Estábamos cerca.

Hakuryu: es una presencia impresionante.

Totosai: a ese niño tonto se le ocurrió despertar a Ryukotsusei.

Hakuryu: no puede ser —exclamo asustado— rápido, Mo-Mo, Inuyasha está en peligro.

La vaca de tres ojos muge y aumenta la velocidad. Mientras más nos acercábamos su siniestra aura aumentaba, era abismal, nunca había sentido una presencia maligna tan grande. Llegamos a un lugar donde solo existían rocas, en medio del llano sitio un gigantesco dragón, tal y como su presencia, era enorme y aterrador, un digno adversario de Inu no Taisho. Con la mirada busco a mi amigo, los acelerados latidos de mi corazón eran la muestra de lo ansioso que estaba por no encontrarlo, por suerte lo vi enterrado entremedio de unas rocas.

Hakuryu: ¡Ahí está! —apunto con mi dedo.

Totosai: me alegro de que esté vivo.

Una bola de poder va directa hacia él, pareciera que no puede esquivarla.

Hakuryu: ¡Inuyasha!

La vaca vuela en su dirección, cuando está lo suficientemente cerca salto y aterrizo delante de él, hago un campo de fuerza que nos protege.

Ryukotsusei: ¿Un monje?

Sacerdote, corrijo.

Inuyasha: ¡Te dije que no vinieras! —me grita enojado.

InuYasha A Través Del TiempoWhere stories live. Discover now