Capítulo XXXVIII

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- Espera, espera...

Aitana se despega de los labios de María, volviendo a la realidad. La cabeza le da vueltas por culpa del alcohol y se siente mareada. Mira a su amiga, enfrente de ella y tan pegada a su cuerpo. Se fija en sus labios hinchados por los besos y en sus ojos rojos y brillantes.

Aitana parpadea varias veces seguidas y se pone las manos en la cabeza, dándose cuenta de sus actos. ¿Qué coño estaba haciendo?

- Ay, Mari, por dios...

Tiene la mente tan nublada que no puede pensar. ¿Se había dejado llevar por los efectos del alcohol o por sus sentimientos? Una fuerte desazón empieza a apoderarse de ella a la vez que aparecen los remordimientos y la culpa.

Se había besado con María. Había engañado a Luis.

Solo el hecho de pensar en Cepeda le provoca un fuerte pinchazo en el pecho.

- Lo siento, Aiti... Si te arrepientes, yo... - empieza a lamentarse María, dándose cuenta de que la morena ya no tiene intención de seguir besándola, de que la magia de ese momento se estaba apagando.

- No es eso. Solo... Necesito pensar. No me encuentro bien.

Se levanta, soltando un gemido por el dolor de cabeza que la sacude nada más moverse y luego mira por última vez a María, todavía en el suelo.

- Necesito pensar. Necesito estar sola.

El aire frío de diciembre choca en su cara nada más salir a la calle. Todavía oye la música de fondo, proveniente del pabellón, aunque ya es muy tarde. Empieza a andar a paso muy rápido por las calles solitarias, como si alguien la persiguiese, pero en realidad tratando de escapar de sus propios pensamientos.

Inconscientemente, se dirige a la casa de Luis, la que había sido algo parecido a un hogar durante esos meses. Para nada en el mundo se hubiera imaginado que esa noche acabaría volviendo sola a casa, y no acompañada de él.

Pero ahí está. Luis la espera sentado en el portal, apoyando los codos en las rodillas y sujetándose la cabeza con las manos. Aitana, en cuanto lo ve, se detiene. No se ve capaz de tener que afrontar la verdad. Es más, tiene miedo de descubrirla. Sus ojos coinciden con los de él, que se da cuenta de su presencia, y siente como un soplo de aire cálido azota su corazón. Sigue andando hasta llegar a su lado, y se sienta sin decir ni una palabra. La tensión se palpa en el ambiente.

- Cualquiera diría que las puertas son nuestro lugar de encuentro – dice Luis, rompiendo la tensión del momento.

Aitana sonríe de lado y asiente, recordando la de veces que han tenido encontronazos en puertas. Como aquella ocasión en que Luis se sinceró con ella y le contó por fin sus sentimientos... La chica sacude la cabeza, tratando de sacar esos recuerdos de su mente. Ahora no era el momento.

- Luis, yo...

- Espera, tengo que contarte algo.

"Yo también", piensa Aitana. Pero en cambio, traga saliva y cierra los ojos con fuerza, preparándose para escuchar algo que sabe que le va a doler. Luis le cuenta absolutamente todo. Desde lo que había sentido al ver a Ana en el escenario después de tantos meses hasta que se fue con ella al backstage.

- Necesitaba saber por qué se había ido de esa manera, Aitana... Tenía que hablar con ella. Y... y también tenía que saber si sigo teniendo sentimientos por ella o no.

Aitana levanta la cabeza por primera vez desde que Luis había empezado a hablar. Cruza la mirada con la suya y se la sostiene, armándose de valor.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now