Capítulo XXX

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Mientras hace cola para una crêpe caliente de chocolate, Luis se fija en las luces de Navidad que ya iluminan el Paseo de Gracia entero. Son preciosas, pequeñas lucecitas acompañadas de mariposas de elegantes y delicadas alas.

- Toma – le dice Miriam, acercándole su crêpe mientras agarra la suya con la otra mano.

Él se lo agradece con una sonrisa, y tras pagar, continúan su paseo por la avenida barcelonesa. Es principios de diciembre y el frío ya ha llegado a la ciudad. Van los dos abrigados con anorak y bufanda, pero el chocolate caliente consigue suavizar un poco esas bajas temperaturas.

Ya huele a Navidad.

- Entonces - dice Luis, después de morder su crêpe - ¿Me decías que vas a actuar en una gala benéfica de Navidad?

- Sí, me hace mucha ilusión - responde ella, sonriendo – Es una gala que se emite solo en la televisión catalana, pero creo que va a ser muy chula.

Mientras Miriam le da detalles de esa gala benéfica, Luis no puede evitar pensar en lo surrealista que es esa situación. Miriam Rodríguez y él, de nuevo, juntos. Y lo más increíble: como si no hubiera pasado el tiempo.

Desde esa noche dos meses atrás en casa de Luis, en que se sinceraron y perdonaron después de 3 años sin relación, habían recuperado la amistad. Aquella cena terminó a las tantas de la madrugada, tras quedarse durante horas los dos en el sofá poniéndose al día de todos los años perdidos. Miriam le contó cada detalle de su carrera musical, pero también sus nuevas amistades y los líos amorosos que había tenido. Por su parte, Luis le explicó cómo había cambiado su vida en los últimos meses, desde que conoció a Aitana, rompió su amistad con Carlos y luego empezó una relación amorosa con la primera.

Fue como retomar su amistad por donde la habían cortado, eliminando todos esos años de distanciamiento como si no hubieran existido nunca.

Desde esa noche se habían ido viendo a menudo, quedando para pasear, ir a tomar algo o simplemente para desahogarse de los problemas cotidianos.

Como esa tarde por Paseo de Gracia.

- ¡Chicos!

Los dos se giran ante el grito de la chica del flequillo, que viene resoplando por uno de los laterales de la calle.

Luis sonríe, hipnotizado mirándola acercarse a ellos. Miriam le mira de reojo y le da unas palmaditas en la espalda.

- ¡Que se te cae la baba, chaval!

Luis niega con la cabeza, con la sonrisa todavía de embobado, y besa a Aitana en los labios en cuanto llega a ellos. Luego la chica saluda con dos besos a Miriam, mientras se preguntan qué tal el día.

Porque esa noche mágica no solo volvió a unir a los dos músicos, sino que también inició una relación de amistad entre las dos chicas.

La mañana siguiente, tras irse de casa de María, Aitana llamó al timbre de casa de Luis, intentando no morirse de nervios. Tenía miedo de la reacción que podría tener con ella por haber orquestado esa trampa con Miriam. Además, no sabía cómo habría ido.

Se quedó congelada cuando Luis la abrió con la sonrisa más brillante que le había visto nunca.

Antes de que pudiera preguntar nada, el gallego la abrazó con fuerza, cogiéndola por la cintura y alzándola al aire, mientras daban vueltas sobre sí mismos. Le dejó cientos de besos por toda la cara mientras ella reía a carcajadas por las cosquillas que le provocaba su barba.

- ¡Luiiiiis! - gritaba Aitana, entre risas, y tratando de devolverle algún beso.

Entonces, se detuvo y la miró a los ojos.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now