Capítulo II

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La despierta la intensa luz que entra por la ventana abierta de su habitación. Da media vuelta mientras con la almohada se tapa la cara, para sumergirse de nuevo en la oscuridad de los sueños. Pero las fuertes punzadas que siente en la parte frontal de su cabeza se lo impiden. Gruñe y maldice las copas de más que se tomó la noche pasada.

- Buenos días, dormilona.

Aitana voltea la cabeza para saludar a la voz que le desea buenos días, pero se gira tan rápido que el dolor se agudiza, provocando que se le escape otro gruñido.

- Dormilona y resacosa, por lo que veo. – Apoyado a la puerta, Carlos la mira con una sonrisa. - ¿Te preparo un café, amor?

- Por favor. Y un ibuprofeno, me duele todo.

Escucha la risa de su novio y sus pasos, dirigiéndose a la cocina. Aitana intenta levantarse, pero en el momento en que se incorpora, la cabeza empieza a darle vueltas y vueltas, mientras algo le sube desde el estómago hasta la garganta. Se levanta corriendo hacia el baño y llega justo a tiempo para echar el vómito dentro de la taza del váter.

No sabe cuánto tiempo ha pasado de rodillas en el baño hasta que se ve capaz de levantarse. Carlos ha estado apoyándola y recogiendo su pelo mientras ella echaba todo lo que comió y bebió antes de irse a dormir.

Cuando Cepeda se fue, Aitana estaba tan cansada que ni se le cruzó por la cabeza ponerse a recoger el desastre que habían montado durante la cena y sobre todo durante las horas que compartió con el gallego a solas. Se desnudó, se tiró en la cama y se durmió instantáneamente. Ni siquiera escuchó a Carlos llegar a casa.

- Joder, amor, lo siento mucho, me siento fatal.

- No te preocupes por eso. ¿Te encuentras mejor? ¿Te traigo un vaso de agua?

- Sí, por fa.

Carlos va a por el vaso de agua, y Aitana, que ya se encuentra mejor, se lava la cara, la nuca y los dientes. Luego entra en el salón y no puede evitar abrir los ojos de par en par.

- ¿Lo has limpiado todo? Si estaba todo echo una mierda...

Aitana recorre la mirada por el salón. Está todo impoluto. No queda rastro de los platos, cubiertos, copas y botellas que adornaron desordenadamente la mesa la noche pasada. Y por supuesto, no queda ninguna prueba de la copa que se había roto en mil pedacitos dejándolo todo manchado de vino tinto.

- Me he levantado temprano y he aprovechado para recoger todo esto. – Carlos se acerca llevando un vaso en una mano y una pastillita blanca en la otra – Menuda la que liasteis cuando me fui, ¿no? Estaba el suelo lleno de cristales y manchas de vino.

No sabe por qué, pero en ese momento Aitana siente algo de vergüenza, como si hubiera hecho algo malo. Se sienta en el sofá y se pone a recordar, aunque algo borrosamente, todo lo que pasó esa madrugada. Las risas que compartió con el amigo de su novio, el calor que inundaba sus cuerpos por la cantidad de alcohol que habían tomado, los juegos, las bromas, el vino manchándolo todo, su torso desnudo...

- No fue para tanto – responde mientras da el primer sorbo al agua que Carlos le acaba de ofrecer– Tiré sin querer la copa llena de vino y entonces Cepeda ya se fue a su casa.

- ¿No se quiso quedar?

- No, yo se lo ofrecí, o sea le dije que tú habías dicho que se podía quedar – aclara – pero dijo que prefería irse a su casa, que estaría Ana esperándole...

Carlos frunce el ceño y busca su móvil.

- Voy a llamarlo. Antes le he enviado un whatsapp pero no me ha contestado.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now