Capítulo I

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Sonríe feliz mientras cuelga el bolso en su brazo derecho, sacando de él sus gafas de sol y cerrando la puerta del edificio. Es verano. Por fin es puto verano.

Aunque técnicamente el verano había empezado casi dos meses antes, para Aitana Ocaña empezaba hoy porque también empezaban sus vacaciones. Era un día de mediados de agosto muy caluroso, tanto que llegaba a sentirse algo mareada. Mientras iba de camino al metro y dejaba atrás la calle de su trabajo, se recogió su pelo liso y largo en un moño alto, maldiciendo en ese momento el flequillo recto que adornaba su, entonces, frente sudada.

Tenía dos semanas de vacaciones que pensaba aprovechar al máximo. Aunque le encantaba su trabajo, le agotaba. Y mucho más en verano. Tener que recorrerse Barcelona entera cargada con el trípode, la cámara, el portátil, el micro y la grabadora con ese calor agobiante la dejaba exhausta. El ritmo frenético que la sometía cada día ser reportera de televisión era algo con lo que ya contaba desde que empezó la carrera de Periodismo y algo que le hacía sentir realmente viva, pero también le apetecía un pequeño descanso.

- ¡Hola, amor! – Grita Aitana mientras deja las llaves de casa en el mueble de la entrada y se quita las sandalias, dejándolas en el pasillo mientras ella avanza hasta llegar al salón y descubre que su novio no está solo. – Ah, hola Luis.

En el sofá del salón estaban los dos amigos. Los dos sentados, sin camiseta, enfrente de un ventilador enorme que giraba rapidísimo, con una cerveza en la mano y varias más vacías en la mesita de enfrente. Carlos se levanta para dar un beso a su novia.

- Hola, amor, ¿qué tal el último día? – la abraza y la invita a sentarse a su lado. Ella lo mira y sonríe, mientras agarra su mano derecha, tatuada con una rosa. Admira su torso desnudo digno de escultura griega, sus brazos musculados y la sonrisa que le dedica.

- Hola, Aitana, ¿qué tal?

Carlos Ruiz y Luis Cepeda eran amigos de casi toda la vida. Se conocieron en el instituto y desde entonces se habían hecho inseparables. Cuando Luis llegó a los 12 años a Barcelona desde Galicia, para empezar una nueva vida con su familia, Carlos fue la primera persona que se le acercó y le tendió su mano. Los dos chicos se entendían a la perfección y con sus ya 29 años seguían igual de unidos.

- Pues genial, de vacaciones. – sonríe mientras rechaza la cerveza que Carlos le ha ofrecido. Sigue un poco mareada. - ¿Y vosotros qué hacéis?

Los dos chicos se miran por un momento y Luis baja la mirada, incómodo. Aitana mira directamente a los ojos marrones de Carlos, mientras él revolotea su pelo castaño. Él obvia la pregunta de su pareja y contesta con otra:

- ¿Me ayudas a recoger todo esto, cariño? – señala el montón de cervezas que se amontonan en la mesita y ella asiente, mientras él empieza a recoger.

Ya en la cocina, Aitana le obliga a mirarla a los ojos.

- ¿Qué es lo que estáis tramando? Te conozco demasiado bien y sé que me estás ocultando algo.

Carlos traga saliva. No sabe cómo decirlo, cómo explicárselo.

- Mira, amor... - clava sus ojos en los de ella – Luis lo está pasando fatal. Ana se ha ido.

- ¿Qué? ¿Cómo que se ha ido? Pero si llevaban...

- 8 años, sí. Yo tampoco entiendo nada. – suspira y baja la voz para que no se oigan las voces desde el salón, donde Luis sigue sin moverse – Me ha contado que esta mañana se ha despertado y ella se había ido, que no había dejado nada. La ha llamado mil veces, mil mensajes, pero nada. Un ghosting en toda regla.

Más Allá de lo Inevitable | Aitedaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن