Capítulo XXXVI

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Luis se levanta cuando todavía el público está aplaudiendo y vitoreando el final de la gala. Se marea un poco, aún con el sudor frío resbalándole por la espalda, y abandona las gradas sin hacer ningún caso a sus amigos, que le gritan por detrás.

Necesita salir de ahí, necesita encontrar a Ana.

Intuye que estará detrás del escenario, quitándose los micros y demás, por lo que empieza a perderse por los pasillos del pabellón tratando de encontrar el backstage. Su atención está concentrada totalmente en encontrarla, no existe nada más en ese momento.

Desde que la vio en ese escenario, su mente había dejado de funcionar con normalidad. No solo no la había vuelto a ver en persona desde que lo dejó, sino que tampoco había podido saber nada de ella a través de ningún medio. Los primeros días después de que se fuera, Luis no pudo evitar consultar los medios online en busca de alguna noticia suya, incluso se acercaba a los quioscos para ojear las portadas de las revistas del corazón, esperando encontrar su cara en alguna de ellas. Pero nada, ni rastro. Fue como si hubiera desaparecido.

Y ahora que había vuelto a aparecer, algo dentro de él lo empujaba a acercarse a ella.

Da varias vueltas por los pasillos, pero no hay manera de llegar a la parte trasera del escenario. Empieza a escuchar al público salir de las gradas y el agobio se le acumula en el cuerpo. Se apresura un poco más, acelerando el paso hasta casi correr, y al girar una esquina, choca con algo.

O con alguien.

Lo primero que ve al enderezarse y abrir los ojos son lentejuelas doradas. Levanta la vista y se encuentra de frente con los ojos negros y brillantes de Ana Guerra.

Los dos se quedan mirándose unos segundos, sin saber qué decir. Ahora que la tenía delante, todas las palabras se habían desvanecido.

La chica hace un gesto a su mánager, que está de pie a su lado, para que los deje solos. Éste asiente, no sin antes recordarle que la esperan en la alfombra, para las entrevistas, y luego se va.

- Luis... - Ana es la primera en abrir la boca – No esperaba verte aquí.

Cepeda abre los ojos y luego niega con la cabeza. Siente como su orgullo va creciendo, y con él, la rabia.

- Ya me lo imagino – le espeta – Si no, no hubieras venido.

Ella agacha la cabeza y da un paso hacia el chico. Él la mira fijamente, concentrado en estar enfadado con ella. Le jode que, aun la putada que le hizo al marcharse sin decirle nada, todavía se ponga tan nervioso al verla.

- Para mí también ha sido duro, ¿sabes? No fue nada fácil...

- ¿El qué? ¿Desaparecer como si hubieras muerto?

- No – contesta ella, sosteniéndola la mirada, seria – no fue nada fácil dejar de luchar por lo nuestro.

Él traga saliva y se queda callado, incapaz de encontrar las palabras. A lo lejos, el mánager de Ana le hace gestos con los brazos, para avisarla de que tiene que acudir a la alfombra ya. Ella da un paso más hacia Luis y sigue hablando.

- Escúchame, Luis, ahora tengo que irme...

- Qué raro... - suelta él, con sarcasmo.

- Sé que te debo una explicación. Búscame luego, en la fiesta, y hablamos.

Sin esperar respuesta, Ana se va hacia la alfombra, donde le espera su mánager con cara de malhumor.

Luis se gira y ve su figura desaparecer por la esquina. Sin pensarlo mucho, sigue su camino, hasta llegar a la alfombra. Se queda observándola durante unos minutos, mientras ella posa para los fotógrafos con la elegancia y la profesionalidad de una modelo. En cuanto sus miradas se cruzan, él se gira y se va.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora