Capítulo XXXVII

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Aitana abandona apresuradamente la alfombra roja, tras su desastrosa entrevista a Ana Guerra. Porque sí, acababa de realizar la peor entrevista de su vida. No entendía cómo había podido llegar a ser tan poco profesional y dejarse llevar por las emociones.

Y los celos.

Se olvida del micrófono y la cámara, al igual que de María, que le había pedido hablar con ella. Ahora no puede pensar en nada que no sea él. Llega a las gradas y se sienta durante unos minutos en uno de los asientos. El corazón le va a mil por hora y tiene la respiración alterada. Está nerviosa, tiene la fuerte sensación de que algo no va bien. La misma sensación que había tenido por la mañana. Y no puede dejar de quitarse de la cabeza a Luis. Necesita verlo, necesita saber que todo sigue bien, igual que antes de que apareciera Ana.

Desde la altura de las gradas, observa cómo la pista se va llenando rápidamente con los invitados y los artistas, que parecen hormiguitas revoloteando alrededor de las mesas. Se acerca a la barandilla y se fija bien en la identidad de cada una de esas personas, buscando a Luis. A lo lejos, cerca del centro de la pista, identifica a sus amigos. Agudiza la vista y se da cuenta de que están todos. Todos menos él.

Los nervios se intensifican y siente que las piernas empiezan a temblar ligeramente. Se siente mal, como si volviera a ser la chica de meses atrás, llena de inseguridades, desconfianza y celos. Esa chica del pasado que creía que había dejado de existir.

Sin pensárselo, Aitana baja a la pista y empieza a dar vueltas, convencida de que Luis tiene que estar ahí, en alguna parte. Cruza el recinto por el centro, acelerada y clavando sus ojos en el rostro de todas las personas que se va encontrando, buscándolo desesperadamente. Y por fin lo encuentra. Justo enfrente, andando hacia ella. El alivio que siente desaparece automáticamente en el momento en que ve que él no frena, que sigue su camino. Le agarra del brazo y con la mirada, le suplica que se quede, que no se vaya.

- Ahora no, Aiti... Ahora no puedo.

Esas palabras se le clavan el pecho y el fuerte dolor que siente ahí le dificulta la respiración. Lo observa alejarse, fundiéndose entre la multitud, y aprieta los labios con fuerza. Con rabia. Con dolor.

Instintivamente, se gira sobre sus pasos y empieza a seguirlo, esquivando y chocando con la gente que se encuentra. Necesita saber la verdad. Ve cómo su figura, entre la multitud, avanza recto hasta que, de golpe, gira hacia la izquierda. Aitana levanta un poco más la mirada y entonces entiende ese cambio de dirección. Distingue el vestido de lentejuelas de Ana alejarse de la multitud y perderse por detrás del backstage, y a pocos pasos, siguiéndola de cerca, Luis.

Aitana se queda de pie, ahí en medio, observando cómo las dos figuras desaparecen de la pista. Y se le cae el mundo encima.

Se gira y empieza a correr en dirección contraria mientras sus mejillas se llenan de lágrimas. Necesita irse de ahí. Desaparece por la primera salida que encuentra y luego se cierra en los baños, totalmente fuera de control.

No sabe cuánto tiempo se pasa ahí sollozando hasta que oye una voz que la llama desde el otro lado de la puerta.

- ¿Aitana, eres tú?

Es la voz de María. Responde con un gimoteo y María da unos golpecitos a la puerta.

- Venga, nena, ábreme.

Ella le hace caso y se deja caer en sus brazos, ocultando la cabeza en su hombro y sin parar de llorar. María le pregunta que qué ha pasado, altamente preocupada de verla en esas condiciones, pero Aitana es incapaz de pronunciar una sola palabra.

- ¿Cepeda con Ana? – pregunta la rubia, intuyendo por dónde van los tiros. Aitana asiente, sollozando, todavía abrazada a ella - ¡Joder!

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now