Capítulo XXVIII

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Aitana observa las gotitas de lluvia que recorren lentamente el cristal de la ventana. El sábado ha llegado acompañado de lluvia, viento y un frío nada propio de un octubre barcelonés. La chica despega la mirada de la ventana para dar un sorbo a su café con leche y se coloca bien la manta que cubre todo su cuerpo.

Está inquieta. No sabe si hizo bien al tomar esa decisión la noche anterior y ahora no puede dejar de darle vueltas. Vuelve a encender la pantalla de su móvil para confirmar que todavía no ha recibido ninguna respuesta.

Suspira y trata de concentrarse de nuevo en las gotas que salpican el cristal, dejando su mente en blanco.

- Buenos días, amor.

La cabeza de Aitana se gira hasta encontrar el dueño de esa voz ronca y dulce a la par. Sonríe al verle ahí, de pie, vestido solo con unos calzoncillos y con los ojos todavía medio cerrados. Deja la taza de café encima de la mesita y se levanta del sofá. Se acerca a él y le abraza, envolviéndolo junto a ella con la manta, quedando los dos tapados.

- Buenos días – le besa dulcemente y él saborea el sabor a café de sus labios - ¿Dónde vas tú tan fresco? Con el frío que hace hoy...

- Es mi técnica para conseguir que vuelvas a la cama conmigo. – vuelve a besarla, colando sus manos calientes por dentro de su jersey – Te has levantado muy pronto.

Ella se estremece por el contacto de su piel.

Era cierto que se había levantado más pronto de lo normal siendo fin de semana. Les encantaba pasarse gran parte de la mañana remoloneando en la cama, abrazándose y alargando el momento de abandonar esa burbuja particular que habían creado.

Pero hoy, los nervios la habían obligado a levantarse temprano y dejar a su chico todavía durmiendo. Necesitaba comprobar que había respuesta al mensaje que había enviado la noche anterior. Pero nada: ninguna notificación nueva. Incapaz de volver a tumbarse, decidió prepararse un café.

- ¿Qué quieres hacer hoy? – pregunta el gallego, todavía acariciando la espalda de Aitana con la punta de sus dedos y dejándole besos por toda la cara.

- Amor, ¿no te acuerdas? Hoy he quedado con María, me voy a quedar a dormir en su casa.

- Coño, es verdad. Entonces ... - Aitana levanta las cejas al ver la sonrisa pícara que le lanza su chico - ¡No tenemos tiempo que perder!

En un movimiento rápido, Luis envuelve a la chica con la manta, como si fuese un ovillo, se agacha un poco, la levanta por la cintura y la coloca en su hombro izquierdo. Ella, con la cabeza del revés y completamente a la merced de Luis, empieza a reír escandalosamente y a chillar mientras él se la lleva al dormitorio.

La suelta suavemente en la cama y ella se quita la manta de encima, con las mejillas rojas y la melena despeinada. Se queda prendada mirando el torso desnudo del chico y el bulto que ha aparecido en su bóxer. Se muerde el labio, provocando que Luis adivine sus deseos. Se acerca a ella, quedándose a pocos centímetros el uno del otro, y con solo una mano le sujeta las muñecas y las coloca encima de su cabeza, tomando el control absoluto de la situación. Ella suspira y se deja besar el cuello, la oreja y los labios.

Luego, decide contraatacar.

Se deshace de su agarre y aprovecha para cogerle los brazos y empujarlo hacia ella, haciendo que caiga encima de su cuerpo. Teniéndolo desarmado, coge impulso y consigue colocarse encima de él.

Él suelta una carcajada, sorprendido por las habilidades de su chica, y levanta el cuello para besarla de nuevo. Sin éxito, porque ella se separa lo justo para que no llegue a tocarla, y con una sonrisa de lado, le susurra en el oído:

Más Allá de lo Inevitable | AitedaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang