Capítulo XIX

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Acostumbrado a dormir con las persianas totalmente cerradas, no dejando que se filtre ni un rayo de luz, el resplandor intenso que le golpetea el rostro consigue despertarlo.

Se desvela desubicado y con un dolor de cabeza impresionante. No sabe dónde está, aunque está seguro de que ese no es su dormitorio. ¿Es el de Natalia quizás?

Tiene la garganta seca, la boca pastosa. Se gira sobre sí mismo encima del colchón, con dificultad por el dolor de huesos, y se encuentra con un cuerpo pequeño y delgado a su lado. Y la reconoce. Con esas curvas finas que moldean su cuerpo, ese pelo largo que cubre toda su espalda desnuda y esos ojos cerrados que descansan plácidamente.

Y lo recuerda todo. Todo lo que hicieron la noche anterior. Se ruboriza inconscientemente, mientras una sonrisa radiante se pinta en su rostro.

Está contento, eufórico. Está feliz.

Intenta no moverse demasiado, para no despertarla, mientras se inclina hacia ella. Le aparta suavemente un mechón de pelo de su cara y lo coloca tras la oreja, con mucho cuidado. La observa respirar tranquila y profundamente y se deja contagiar de la calma que transmite. Le acaricia suavemente el brazo con el dedo, incapaz de dejar de observar cómo duerme.

La tranquilidad del momento junto al cansancio acumulado de esa noche de desvelo, consiguen que Luis vuelva a quedarse dormido, con su brazo encima del de Aitana.

Y pasan varias horas hasta que la chica se despierta. Nada más abrir los ojos, lo primero que ve es el rostro de Luis, a pocos centímetros de los de ella. Y durante unos segundos, cree que todavía está soñando.

Pero no lo está. Sin moverse, observa el brazo de Luis reposando encima de su barriga y la pierna de él rozando la suya. Observa su abdomen desnudo y se fija en el tatuaje que tiene debajo de él, el que vio por primera vez de refilón semanas atrás y el que descubrió por completo esa misma noche. Es muy pequeño y está escrito con letras muy finas y chiquitas, pero Aitana consigue leer la palabra "imperfecto".

Vuelve a dirigir la mirada hacia su rostro y deja que los recuerdos de la noche anterior revoloteen por su cabeza, mientras trata de encontrar un sentido a todo ello. Y mientras recuerda, primero sonríe tontamente, luego sus mejillas enrojecen y al final termina mordiéndose el labio.

Pero, aunque las facciones de él transmiten tranquilidad y paz, la angustia empieza a subir por la garganta de Aitana hasta invadirla entera.

¿Qué coño había hecho?

Aunque son recuerdos agradables – mucho más que agradables - Aitana se siente mal. Porque lo que anoche no importaba, embalsamada por el poder de la luna y el alcohol, ahora cobraba mucho valor. Esa noche se había dejado llevar por los sentidos, por los instintos. Pero ahora la razón entraba en el escenario derribándolo todo.

Y Aitana se pone a pensar, dándole mil vueltas a todo. Empezando por Carlos, el mejor amigo de él, del que se había separado hacía menos de un mes. ¿Cómo iba Luis a contarle que acababa de follar con su exnovia? ¿Cómo podría Carlos aceptar eso y seguir la amistad con él?

El solo hecho de pensar que por su culpa Aitana podría romper una amistad de veinte años, hace que le cueste respirar con normalidad. Trata de tranquilizarse, acompasando su respiración con la de Luis, pero su lentitud la hace ponerse todavía más nerviosa.

¿Y lo de Natalia, qué? Un sudor frío le recorre la espalda desnuda. Todavía no sabe qué tipo de relación Luis tiene con ella, y empieza a entender que es más que posible que se haya metido en medio de su relación. Sin ir más lejos, durante esa noche, después de que Natalia les interrumpiese en el balcón, él la siguió y luego volvió con Aitana. ¿A caso ella sabía eso?

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now