Capítulo V

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- ¿Y esta pregunta de mierda?

Aitana contesta a Cepeda lo más borde que puede y que sabe. No entiende a qué viene que le pregunte lo que hacía en esa calle con Joan y tampoco olvida cómo le respondió él a ella cuando mostró interés por conocerle. Siente mucha, mucha rabia.

- No sé, hija - Aitana aprieta los labios por la palabra que utiliza para dirigirse a ella - Simplemente me parece raro que teniendo novio estés casi besándote con otro pavo.

- No me estaba besan...

- Otro pavo que encima es con el que le pusiste los cuernos la última vez.

- ¿Pero tú de que vas?

Aitana explota. La rabia empieza a apoderarse totalmente de ella y a concentrarse en el chico que tiene delante. Están parados en medio de la calle, frente a frente, mirada con mirada. Siente correr la furia por sus venas y al final la saca por la boca:

- Preocúpate mejor de tu relación, anda. Ah, no. Que no tienes.

El dardo envenenado hace diana en el corazón de Luis, que nota como se le clava profundamente. Siente que le hierve la sangre. Aprieta los puños clavándose las uñas en la piel, hasta hacerse herida.

- Eres una puta niñata.

Tras lanzarle una mirada de desprecio, se gira y empieza a andar, lo más decididamente que puede aún su cojera, pero sin saber dónde va.

- ¿Dónde crees que vas? - Aitana siente que todavía no ha terminado con él, que no es así como quiere acabar la conversación, y sigue sus pasos - ¿Te crees que puedes ir pidiendo explicaciones que no van contigo, acusarme de ponerle los cuernos a Carlos e irte de rositas? Asume las consecuencias, y no te hagas el ofendidito. Que yo seré una niñata, pero tú con la edad que tienes ya podrías saber manejarte mejor en la vida.

Lanza esa última frase con rencor, porque le jode que la haga sentir inferior por tener cinco años menos, cuando él había sido incapaz de ser amable con ella cuando mostró interés por su vida. Ante esas palabras, Cepeda se detiene de golpe, provocando que Aitana choque con él. La separa de él, agarrándola por sus brazos desnudos.

- No sabes nada de mi vida ni de como la manejo, Aitana - el deje oscuro que transmite su voz ronca, la deja helada. - Nada.

Cuando quita el contacto de sus manos con su piel, Aitana vuelve a la carga.

- No es porque no me haya interesado por saber más de ti. - le reprocha.

- ¿En serio esta mala leche es por eso? ¿En serio todo esto es por lo de la otra noche, porque no quise seguir con la conversación?

- No intentes girar la tortilla - Aitana trata de borrar de su mente el dolor que sintió por la indiferencia del gallego y el hecho de que este haya acertado - ¡Has sido tú el que ha empezado acusándome de algo que no es verdad! Como si fueras mi novio...

- Sí, solo me faltaba eso.

- Pues, chico, esos celos que no has podido evitar sacar no dicen lo mismo, ¿eh? ¿Que estás celoso, Cepeda?

Lo suelta con retintín, buscando que el chico se enfade, buscando provocar rabia en él. Si algo era propio de Aitana era tener la necesidad de decir la última palabra, de terminar con las conversaciones y de salir triunfante de ellas. Aunque eso significara derrumbar al otro o utilizar cualquier medio para conseguirlo. Pero Cepeda era igual.

- ¿Celoso de qué? Simplemente creo que ya le has hecho suficiente daño a mi amigo. Si tienes que ir tonteando con otros, mejor no tengas novio.

Más Allá de lo Inevitable | AitedaWhere stories live. Discover now