XII

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12 | La "cita" - Parte I

(Downtown - Godford)


—¡Segunda ronda, con fuerza! —el entrenador vocifera cuando mueve su pelvis en un buen paso, caminando de un lado al otro sin parar. No pretendo pasar por alto lo adictivo que es ver su cuerpo enmarcado en perfecto movimiento, pero aún así, no hay forma de describir lo mucho que detesto la zumba. Mi madre, quien está en la parte superior del salón, sigue los pasos del instructor moviendo su cabeza de un lado para otro, haciendo que la coleta en su cabello se mueva como una serpiente.

Prefiero operarme antes que bailar zumba.

Al cabo de seis minutos se da por finalizada la sesión de las cuatro de la tarde. En su mayoría mujeres adultas, salen de sus lugares a recoger sus cosas e hidratarse. Viejas ricachonas sin diversión en su vida.

—Cariño —mamá capta mi atención al llegar a mi lado. Su rostro se encuentra enrojecido, bañado en completo sudor al igual que todo su cuerpo —Pensé que te habías unido a la clase.

—Odio esto —menciono antes de levantarme del peldaño en donde estaba, limpio brevemente mi trasero del polvo —No se por que te empeñas en convertirme en una mini versión de ti.

—Se llama estar en forma, Megan —propina una palmada en seco sobre mi abdomen y hace que por reacción este se comprima —Mira ese vientre, a comienzos de verano no estaba así. El ballet es para chicas delgadas, no para elefantes es asenso y tu, claramente, estás siendo parte del último grupo.

—Voy al gimnasio todos los días. No es necesario esto —sigo sus pasos —De hecho, baje de peso.

Al salir del recinto, a la distancia nos encontramos con la señora Davis, una mujer de cuarenta y tantos años, intima amiga de la familia y con una incontable fortuna que adquirió tras la muerte de su marido. Una afortunada viuda.

—¡Susy! —la mujer corre hasta los brazos de mi madre para fundirla en un abrazo, sin importarle lo mojada que esta debido al sudor —Ahi está la pequeña Megan —se acerca y me envuelve entre sus brazos fuerte, muy fuerte.

—¿Como has estado, Greta? Llevaba meses sin verte por las clases —mi madre dice jadeante mientras desliza la pequeña toalla por su rostro.

—Oh, he estado algo ocupada con Michael. Está a punto de entrar a la universidad y ya quiere creerse un hombrecito mayor. Algún día de estos deberías pasarte por la casa. Sabes que eres totalmente bienvenida —me sonríe mostrando sus dientes impecables.

Oh claro, como olvidarme de su hijo.

Michael es un imbecil, pero no un imbecil como Evan Pride, es mucho peor.

Es esa clase de chico que tiene mucho dinero, lo sabe y se enorgullece de eso, quiero decir ¿quien no lo hace? Pero el problema radica en que vive aplastando a todo ser humano que se crea inferior a el. Su padre era dueño principal de la gran mayoría de aeropuertos del país y socio inversionista primordial de la empresa aeronáutica de mi padre, y por esa sencilla razón se cree el rey de New York que merece pleitesía.

Lo conocí hace un par de años en una reunión asociada en la casa de campo. Su rostro lleno de espinillas y una sutil voz en medio del proceso de pubertad son el leve recuerdo que tengo de ese día. El año siguiente ingresó a la escuela, siendo el foco relevante para las chicas por su desorbitante cantidad de dinero. La atención que le daban las mujeres y su nada superficial atractivo, en compañía de su riqueza, hicieron que su ego se elevara hasta el cielo con el paso de los años.

Son contadas las veces que Michael ha flirteado conmigo, pero cuando lo ha hecho, en definitiva ha sido extravagante. Un Volkswagen último modelo, una viaje romántico con destino a Bora Bora y un collar incrustado con zafiros rosas y rubíes, valorado en una fortuna, son algunos de los "obsequios" que Michael se ha empeñado en darme en el "proceso de cortejo"

POPULAR GIRL © [#1]Where stories live. Discover now