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52 | Avivarse

(All I Need - Tom Felton)


Dormir con alguien debería considerarse casi un delito. El hecho que te pateen por las costillas o que lleguen a arrebatarte el diminuto pedazo de cobija que aún conservas, es un caos, pero definitivamente con Evan no es así. Dormir a su lado podría ser calificado fácilmente como un sueño. No se si se concreta en que jamás he compartido cama con alguien diferente a mis amigas y Theo, el labrador que tenía cuando tenía seis, o que Evan es sumamente adictivo, incluso en cuanto al sueño. No babea, no ronca, no hace mohines raros que te transforman en una burla; luce simplemente como un ángel con perfecta presencia.

Y todo esto se reduce a quedarme viéndolo como acosadora. Sus pestañas curvadas en un arco impecable sobre sus párpados; las cejas fruncidas ligeramente como si estuviera inmerso en una pesadilla; su nariz arrugada cuando un espasmo lo toma y sus labios entreabiertos casi a nada de tentarme a ser besados.

Bien. Emily tenía razón cuando mencionó que Evan Pride hace parte de los chicos más atractivos que mis ojos han podido observar. Y ahora es mío; puedo besarlo, abrazarlo, acariciarlo, quererlo. Una decena de elefantes alegres empiezan a bailar en mi estómago cuando lo detallo más a fondo sobre mi cama. Un suspiro meramente infantil brota de mi boca y ni siquiera me encargo en retenerlo.

Cuando me decido a parar con la sesión de admiración sobre sus esculpidas facciones, me abro paso entre las cobijas y consigo sentarme en el borde, con paciencia de no lastimarme. Estoy a punto de levantar mi trasero cuando caigo nuevamente en tanto sujetan mi muñeca. Unos inaudibles ojos azules me reparan con interés, aún con notables secuelas de somnolencia.

Solo me basta con que curvee las comisuras de su boca para que mi corazón se acelere como un motor.

—¿Puedo pedir otros tres minutos para que sigas viéndome como apasionada?

Torno mis ojos en blanco y suelto una carcajada ruidosa.

—Lo disfrutas, eh.

—Pongamos en contexto que disfruto todo lo proveniente de ti.

Mis mejillas se encienden sin esfuerzo y me las acoplo para incorporarme por mi misma, caminando medio encorvada hasta el lavabo. Evan llega a mi lado y agiliza el proceso al servirme de apoyo.

—¿Tus padres? —cuestiona al abrir la llave de la tina.

—No lo se, supongo que llegarán pronto —respondo en tanto vacío crema dental sobre mi cepillo de dientes —¿Que te tiene tan alterado por mis padres?

—No quiero encontrármelos, precisamente.

Lo determino fijamente hasta que llega por mi espalda y me envuelve con delicadeza, dejando su mentón puntiagudo sobre mi cabeza. Lo fulmino con cierta curiosidad, aún con la espuma y cepillo en la boca.

—Tu padre no es de toda mi simpatía.

—Ni siquiera lo conoces —mascullo, con la boca llena.

Asiente casi con sarcasmo al tomar otro de los cepillos nuevos que guardo en la cajonera. Se encarga de cepillar sus dientes frente al espejo, justo a mi lado. La escena me causa gracia. Estas son ese tipo de situaciones que se viven en pareja, pero de relaciones formadas con planes establecidos para futuro: hogar, auto, familia, hijos. El plano del compromiso del que todos, o precisamente yo, he anhelado desde que vi El diario de Noa a mis escasos ocho años.

POPULAR GIRL © [#1]Where stories live. Discover now