Interlude : Shadow. "Suga"

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No puedes escapar sin importar hasta donde vayas. Sí, yo soy tú, y tú eres yo

***

Tamborileé mis dedos en la mesilla de comedor, que era mi improvisado escritorio, mientras movía mi cabeza de arriba abajo suavemente. Estaba esperando el momento, ya estaba a punto de ocurrir; y cuando llego retomé con fuerza mi ritmo. Mis dedos se movían perfectamente sobre las teclas de la laptop mientras me dedicaba a tararear la canción. Que buena inspiración tenía.

Una media sonrisa aparecido en mis labios, tenía un festejo en mi mente por la manera en la que estaba escribiendo de nuevo. Después de semanas sin poder hacer mucho más que escribir unas cuantas páginas, por fin, podía decir que la continuidad en la que escribía estaba de vuelta, y deseaba aprovecharla; no sabía cuándo esta desaparecería. Tomé aire por un breve tiempo y pasé mi lengua por mis labios resecos, tenía demasiada sed, pero podría esperar, ya estaba a punto de terminar.

En la realidad la laptop se fue llenando más y más de palabras. Culminaba una serie de oraciones y saltaba a un nuevo párrafo sumergiéndome de un todo en la idea que tenía. Mientras todo eso pasaba, en mi mente yo veía como la historia se reproducía ante mis ojos. Los protagonistas gritaban y huían perseguidos de una sombra que estaba a punto de alcanzarlos, su fin estaba próximo, y yo era la que decidía que les pasaría.

Unos párrafos más me bastaron junto con unos cortos diálogos llenos de desespero, para concluir en un silencio; en una pausa luego de tanto correr. Mis protagonistas se congelaron y la escena que había creado quedo a la mitad; estaba en uno de los puntos de clímax más importantes, así que, lo siguiente que escribiera debía ser algo decisivo. ¿Qué palabras se dirían? ¿Cómo pararían las sombras? ¿Y por qué esto me pasaba por la mente de forma tan abrupta? Esas dudas aparecieron frente a mi deteniéndome de un todo.

—No es momento de que vuelvan otra vez— mis dedos dejaron de tamborilear para volverse en unos puños. Habia dejado de volar entre la imaginación. Las ideas desaparecieron, haciendo que me estampara con la realidad.

Eso me frustro, no era justo ni el momento adecuado para que volviera a encontrarme con los mismos pensamientos que llevaba teniendo desde hace semanas. La escritura era mi refugio ante los momentos de soledad, pero ahora ni ella podía combatir al vacío y a mis profundos pensamientos. Tragué en seco y sintiéndome aturdida por la música que oía me quité los audífonos que estaba usando de un tirón.

Ahí fue que me di cuenta de que el timbre no dejaba de sonar.

Pausé la música de mi reproductor, y suspirando pesadamente, me coloqué de pie caminando en dirección a la puerta del departamento que estaba arrendando. Tuve el impulso ridículo de ignorar el sonido del timbre e irme a dormir directamente, pero no lo hice. Por la forma de tocar, podía saber quién era. Mis manos temblaron un poco, y antes de abrir la puerta, inhalé y exhalé por unos cortos segundos. Aun me hacía sentir nerviosa.

—¡Ay dios mío! Que susto me disté, creía que no estabas en casa, pero gracias al cielo que si— el chico frente a mi dio un respingo hacia atrás cuando abrí la puerta de forma repentina. Él tenía puesto una camisa negra con un estampado en el centro, unos jeans arremangados y unas converse negras que le llegaban hasta los tobillos; todo esto acompañado de un cabello negro algo desordenado y una cadena que colgaba desde uno de los lados de su pantalón.

Chasqueé mi lengua con mi paladar y metí mis manos en mis bolsillos. Quería sonrojarme y seguir detallándolo mejor, pero termine sonriendo mientras lo miraba con mis cejas levantadas. No podía notarlo.

—Llegué hace una hora de tomar unas copas con unos amigos del curso. Lamento no haber podido contestar Junseo-ah, estaba escribiendo— coloqué uno de mis pies al frente mío y dejé que un lado de mi cadera se apoyara con uno de los marcos de la puerta. En todo eso, mi mejor amigo se mantuvo observándome y asintiendo con su cabeza; como un tonto.

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