Lie. "Jimin"

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La casa de mis padres formaba el reino. Este reino era familiar para mi en casi todos los sentidos. Madre y padre, el amor y rigor, la conducta ejemplar y la escuela.

***

Parpadeo con lentitud acoplando mi vista a la claridad de aquella habitación, estoy sentado en una silla y al frente mío hay una cámara, me están vigilando; y justo al lado de esta hay una mano que sostiene una carta, estoy de nuevo en una de esas pruebas que me hacen continuamente. Miro la figura que hay en la carta de forma inexpresiva, no la conozco, no sé qué es; levanto mis hombros levemente con confusión mientras miro a la cámara.

La cámara me enfoca y yo sigo manteniéndome igual, no entiendo esa carta; unos breves segundos pasan y la carta cambia, la figura que hay en esa me recuerda algo que me hace reír, miro a la cámara recordando unos pensamientos borrosos, pero intensos, le tentación me llama. Cierro mis ojos con fuerza tratando de calmar ese dañino sentimiento, y los recuerdos vienen a mí.

Estoy en un cuarto blanco, sentado en una camilla, junto a mi hay otra, pero esta está vacía, la persona que estaba junto a mí se ha ido. Abro mis ojos y otra carta se me muestra, no quiero seguir viéndola, así que cierro mis ojos y me vuelvo a encontrar en la habitación blanca, me muevo de mi lugar y estiro mi brazo hacia la camilla vacía, me siento nostálgico y completamente triste ¿Estoy solo?

Recuerdos aparecen de golpe mientras estiro la mano, una copa llena con esas pastillas que conozco muy bien, las pesadillas con ellas se convertían en hermosos sueños; y luego, rápidamente, apareció un letrero con el nombre de aquella hermosa flor que cuando se marchitaba, todos sus pétalos lo hacían; era la perfecta metáfora para demostrar el fuerte vínculo que me unía a ellos, todos estábamos marchitos desde un principio.

Tomo la almohada de mi camilla y lanzo un golpe hacia la camilla frente a mí, como si la persona si hubiera una persona ahí. Al ver las plumas de la almohada caer recordé con una sonrisa la pelea de almohadas que habíamos tenido hace mucho tiempo, ese había sido uno de mis últimos momentos feliz. Abro mis ojos y muerdo la manzana en mis manos, después de unos segundos una sonrisa cínica aparece en mis labios, me coloco de pie y, antes de dejarme llevar por el efecto de la manzana, giro la videocámara hacia la pintura frente a mí, ya no solo yo vería su belleza.

Parpadeo de nuevo y ahora me encuentro en un lugar que no reconozco, detrás de mi hay una bañera con agua, recuerdos y más recuerdos aparecen castigándome. Mi cuerpo se mueve al ritmo del dolor en mi mente, me sentía en el infierno, atrapado en algo que continuamente me castigaba. Me sentía sofocado, me faltaba el aire, en ese momento cierro mis ojos y me dejo caer en la bañera, quería dejarme consumir por el agua.

Me levanto de golpe, ahora estoy de nuevo en la habitación blanca, me sigo sintiendo sin aire, quiero respirar. Me siento y mi cuerpo se vuelve a mover al ritmo del dolor, los recuerdos de yo en la lluvia y de un piano quemándose hacen que mi sofoco aumente, ya no era inocente, no podía volver a vivir con pureza ¿Entonces por qué seguía en una habitación blanca? No era digno de estar en un lugar así, debía irme al lugar al que ahora pertenecía, ya no podía seguir atrapado en una mentira que lentamente me mataba.

Mis suplicas al parecer fueron escuchadas porque las cortinas blancas de la habitación comienzan a elevarse, dejándome ver que detrás de toda esa blancura hay un reino oscuro esperándome, me he vuelto parte de él. Todo se vuelve oscuro y ahora me encuentro parado en el medio de todo, la oscuridad me ha absorbido, ahora soy una parte más de la pintura de hace unos momentos. Había aceptado mi realidad, estaba atrapado dentro de mí mismo, las mentiras habían hecho que muriera.

Abrí mis ojos con lentitud encontrándome en el lugar que sabía que estaría, la habitación del hospital se siente vacía y sola, de igual forma esas dos cosas ya eran parte de mí. Miré a un lado de mi camilla y me di cuenta que habían dejado una pastilla sobre ella, no la tome, esas pastillas ya no me estaban ayudando con mis pesadillas. Froté mi cabello con mis manos, quería llorar, ya en mis sueños ni siquiera era feliz.

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