-¿Y cómo es eso? - Pregunté.

-Digamos que... Cierta persona se juzga a sí misma por sus relaciones familiares.

-No es juzgar es... - Volví a mirar el reflejo topándome con la mirada del rubio que me penetraba hasta el alma. - A lo mejor un poco. - Me sinceré.

-_____... ¿Seguro que quieres dejar la banda? No quiero que hables por tus condiciones familiares, de hecho, imagínate que tu hermano y tu padre no existen.

-Yo... - Dudé. - No quiero, no quiero dejar de sentirme libre con vosotros. - Solté. - Pero ese no es el caso, el caso es...

-El caso es que te sientes culpable porque ellos son parte de tu familia... Pero ahora te hago la siguiente pregunta. ¿Robaste la investigación de la madre de Futaba? - Me interrumpió. Negué con la cabeza. - ¿Has matado a la madre de Futaba? - De nuevo negué. - ¿Y al padre de Haru? - A cada pregunta que me hacía negaba con la cabeza. - Entonces no tienes porqué sufrir las consecuencias que ellos tendrían en estos momentos. _____ ¿Por qué no miras otra perspectiva? ¿Y si todo esto  ha ocurrido para que hicieras despertar a cada uno de los miembros de tu familia? - Aquello me abrió los ojos -De todas las personas que hay ahí fuera tú eres la única que puede parar a tu hermano y a tu padre, estás en todo tu derecho de darles una lección por todo lo que han hecho pero esta vez no como ellos querrían que lo hicieras, sino como los verdaderos y famosos ladrones de corazones lo hacemos. Confesarán sus crímenes ante todo el mundo y por lo menos te sentirás bien contigo misma. - Me sorprendió aquel razonamiento, no podía reprocharle, tan solo podía escucharlo y probablemente acatarlo.

Todo lo que decía era verdad, cada palabra que decía el hombre que me robó el corazón era verdad. Noté que se acurrucó en mi cuello mientras le daba vueltas a lo que decía. Si alguien tenía derecho de cambiarles de parecer y hacerles confesar sus crímenes haciéndoles ver que lo que estaban haciendo estaba mal tal vez, y solo tal vez ellos podrían descansar su conciencia y yo me sentiría más orgullosa de ellos.

No cabe duda que mi padre era alguien que no merecía perdón, tenía que pagar por sus delitos, sus crímenes como político, ciudadano y como padre, era la única manera de proteger a mi hermano al que tanto le quería hacer abrir los ojos, al que me ha acompañado en estos años de soledad rotunda antes de embarcar donde los famosos ladrones de corazones. Probablemente tenga un historial detrás pero... Estar en los ladrones de corazones no significaba tener un expediente claro y conciso, se trataba de salvar a otros que son débiles debido al poder corrupto de los adultos.

Probablemente sea hija del político al que algunos no quieren ver ni pintura, de un hermano que engañó a la sociedad para servir a los fines de mi padre pero yo soy yo, eso estaba claro, eso no se puede cambiar. No puedes cambiar dónde has nacido pero sí con quién quieres estar y además quién decides ser.

-Ryuji... - El aludido miró la ventana para después sonreír. - Soy una idiota descomunal.

-Errar es humano. - Me la devolvió.

-Pienso zanjar este asunto de mi familia de una vez por todas y traeré a mi hermano de vuelta. Quiero que abra los ojos o se los abriré sin dudarlo. Tenemos trabajo que hacer y reunirnos en la dieta. - Ordené mientras me deshacía de su agarre. - ¡Ryuji nos vamos!

-¿¡Y mi beso!? - Preguntó sorprendido.

-¡Cuando terminemos el trabajo!

Llegamos al punto de encuentro, fuimos bienvenidos por todos a pesar de la charla que les eché aquella mañana. Estaban con el móvil intentando sacar en claro las palabras claves sin éxito aún.

-Llegáis tarde. - Decidida habló Makoto.

-Nos hemos recorrido Tokyo dos veces... y encima al final no hemos cogido el metro - Soltó Ryuji que estaba cansado de andar de arriba para abajo por las callejuelas.

Persona 5 & RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora