Capítulo 65

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Jay se despertó la mañana siguiente con Gil envuelta en sus brazos.

Casi no se podía mover pero poco le importaba, había querido despertar así por mucho tiempo.

Jay se tomó la libertad de mirarla dormir, en ese estado se veía tan tranquila que podía apreciar todas sus facciones.

La nariz pequeña, la piel sonrosada de sus mejillas, la curva de sus labios... ¿Cómo ella podía creer que no era la persona más hermosa del universo?

Como si pudiera sentir su mirada, ella abrió los ojos en ese momento, desperezándose mientras estiraba los brazos.

—Buenos días—le dijo Jay, apartándole un mechón de cabello que se le había pegado a la mejilla.

Gil tembló visiblemente.

—Amo tu voz de mañana—le dijo acercándose a él para darle un casto beso en los labios—buenos días.

Él no pudo evitar sonreírle, se sentía energizado, renovado...feliz.

—¿Se te antoja desayunar? —le preguntó—me muro de hambre.

Gil asintió y luego de que tomaran una ducha y se vistieran, bajaron a la cocina.

Ella estaba en una de sus sudaderas, moviéndose de aquí para allá mientras agarraba los ingredientes para preparar el desayuno.

Jay se reclino contra la isla de la cocina y sonrió, esta dinámica le parecía encantadora.

—¿Ordenaste ropa para mí? —le preguntó ella, tenía la mirada concentrada en el tazón que había escogido—no es que no mee gusten tus sudaderas, me encantan, pero si vamos a recibir gente creo que debería estar más presentable.

Jay asintió.

—Sí, le pedí a Roger que ayudara con eso—le confirmó—cuando vuelva el servicio a la casa te lo entregaran.

Ella asintió distraída, había empezado a mezclar huevos, leche, harina, azúcar, entre otras cosas.

—Gracias, te lo pagaré todo.

—No es necesario, cariño—le dijo acercándose a ella para mirar con curiosidad—¿Qué estás haciendo?

—Crepes dulces—dijo ella con una sonrisa que le calentó hasta el alma—creo que te gustaran.

Jay la envolvió en sus brazos y le depositó un beso en la frente.

—Cualquier cosa que tu hagas me gusta—confesó, haciéndola reír.

—¿Qué tal si hiciera batido de aguacate con tuna y leche condensada? —preguntó alzando las cejas.

—Me lo bebería con gusto—bromeó él.

—¡Jay!

La mañana pasó así de tranquila, con ellos bromeando y besándose y riendo cada dos por tres.

Esto era lo que Jay siempre había querido, estar así con ella, aquí.

Por eso tenía que asegurarse de poder tenerlo siempre.

Cuando dieron las dos de la tarde tuvo que despedirse de ella, por más que no quisiera separarse era necesario hacerlo ahora.

—¿Volverás pronto? —preguntó ella mientras lo acompañaba a la puerta.

Él se giró para ofrecerle una sonrisa, con la esperanza de aliviar la arruga de preocupación que apreció entre sus cejas.

—Sí, te lo prometo—aseguró—cualquier cosa, Roger está en camino y mi número de celular está en cualquier panel de la casa. Si me llamas regresaré de inmediato.

She will be loved |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora