Capítulo 16

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no recordaba la clave de mi cuenta, sorry.

Gil sintió como la sangre se le congelaba en las venas y el corazón le latía con fuerza, martillándole los oídos hasta que le dolieran.

Instintivamente Jay se paró delante de ella, no era nada extraño que los habitantes del lugar portaran armas, seguro al verlo entenderían que no era peligroso.

—¿Quién anda allí? —volvió a repetir la voz, Gil le clavó las uñas con fuerza en el brazo, pero esta vez Jay reconoció esa voz.

Se relajó.

—¿Tía Kate? —preguntó asombrado.

—¿Jayden? —la voz que antes había sonado tensa ahora parecía mucho más aliviada—¡Jay, eres un tonto! ¿Qué haces aquí fuera a estas horas? Me has dado un susto de muerte.

—Pues imagina el susto que nos has dado tú a nosotros—dijo él, separándose de Gil para abrazar a la mujer cuyos rasgos ahora Gil distinguía—¿Qué haces con un arma?

—Oh, es falsa, yo...—la voz animada de la mujer fue muriendo a medida que se percataba de la presencia de Gil.

Jay siguió su mirada y vio a Gil mirándolos fijamente, pequeña y pálida como el papel ahorita mismo, seguro gracias a la impresión.

—Parece que está a punto de desmayarse—advirtió Kate.

—Cierto, será mejor que la llevemos adentro—convino Jay, alarmado.



Luego de tres tes y de reposar en el sillón por lo que le pareció una eternidad, al fin Gil se encontraba en condiciones para hablar, pero no lo hacía, porque estaba fascinada.

La casa de Jay era todo lo que alguna vez habría soñado. Era modesta, no demasiado pequeña, pero tampoco podría considerarse grande, había fotos familiares genuinas, de gente que Gil no conocía, riendo, corriendo, sonriendo de verdad no como las enormes fotos de su casa, tomada por fotógrafos profesionales, en estudios color blanco y con sonrisas falsas de una familia que preferiría estar en cualquier lugar menos allí.

Pero lo que más le fascinaba era ver a Jay charlar animadamente con su tía, Gil sabía que tenía tíos, su madre tenía dos hermanos, y su padre uno, pero casi nunca los veía. Sólo sabía de su existencia porque en navidad le enviaban tarjetas de felicitaciones, con algún regalo carísimo y un "te quiero" que ella sabía muy bien no habían escrito. ¿Cómo podrían querer a una persona a la que casi no veían y no conocían de nada?

—Cariño—dijo Jay al darse cuenta de que había vuelto en sí—¿Te encuentras mejor?

Gil asintió, mientras se incorporaba en el sofá. Estaba increíblemente mullido y cómodo.

—Sí, lamento todo esto—dijo apenada.

—La que lo lamenta soy yo, cielo—dijo Kate, sonrojada—no debí salir así, pero es que hace tanto no veníamos de visita, no se como han estado las cosas.

—Y por supuesto, un arma de juguete te defendería—se mofó Jay.

Su tía lo miró mal.

—Jay me contó sobre ti mientras te recuperabas—dijo mirándola alegremente—así que... ¡Son novios!

Gil casi pegó un salto ante la palabra, a pesar de que ella y Jay habían acordado decir eso aún se seguía sorprendiendo. Nunca pensó que tendría un novio.

—Sí—respondió por lo bajo, muy sonrojada.

—No sabes lo feliz que me hace esto—dijo Kate tomándole las manos—Jay siempre ha sido muy serio, y más en los últimos años. Se concentra demasiado en el trabajo y deja su vida sentimental atrás.

—Tía...—trató de interrumpirla Jay.

—Por lo que tu debes ser muy especial para él, si están aquí ahora—continuó su tía, ignorándolo por completo—y quien es especial para Jay, es especial para mi madre y para mí. Espero que te sientas como en casa linda.

¿Era especial para Jay?

—Gracias—dijo de todas formas.

Jay la miró con atención antes de levantarse.

—Tía, hemos tenido un viaje muy largo, lo mejor será que vayamos a dormir—dijo con firmeza—si no te molesta.

—Para nada, yo también estoy muriendo de sueño. Y mañana tengo mucho que hacer—dijo levantándose también— que duerman bien tortolos, hasta mañana Gil.

—Hasta mañana, Kate.

Una vez la tía de Jay hubo desaparecido por el corredor este se acercó a ella.

—¿Todo en orden? —le preguntó preocupado—todavía luces algo pálida.

—Es por el susto, ya se me quitará—mintió ella—solo necesito una ducha y una siesta para recuperarme.

La verdad es que necesitaría más que eso.

Se sentía tan aturdida que casi no escuchó nada de lo que Jay le dijo mientras caminaban a su habitación. Tampoco recordaba el momento exacto en el que él le indicó donde estaba el cuarto de baño.

Pero dentro de la ducha, con el agua fría poniéndole los pelos de punta y fracturándole cada nervio del cuerpo, todo cayó sobre ella.

El peso de su locura estaba empezando a pasar cuentas. Se sentía culpable, culpable por mentirle en la cara a la dulce tía de Jay, culpable por meterlo a él en este lío, culpable por haberle mentido a sus amigos, por haber faltado a la boda de su mejor amiga, por haber huido de sus padre.

Pero sobre todo culpable por ser tan débil.

Podría simplemente haberle dicho a Flor de sus sentimientos, o habérselos callado para siempre. No sería la primera persona no correspondida en el planeta, además, nadie muere de amor, ¿O sí?

Y se sentía aún peor al saber que estaba disfrutando de esto, disfrutando de un amor que no existía.

Terminó de ducharse y se vistió con la camiseta vieja que Jay le había dado, y sus antiguos boxers. Se lavó los dientes y se quedó mirando su reflejo fijamente en el espejo.

Se veía tan...distinta. No solo por el cambio radical que le había hecho a su cabello, sino en sí...Era algo difícil de explicar, era una persona completamente distinta a la que era antes. Era una mentira. Pero una mentira digna de admirar, una mentira que le gustaba.

Una que deseaba que fuera cierta. E iba a hacerla cierta.

Salió de la habitación con decisión y solo dudó al ver a Jay en la cama, sin camisa.

Se veía cálido y absolutamente delicioso. Era una tentación enorme para su cuerpo, pero la decisión estaba tomada.

Sin hacer ningún ruido tomó el celular de Jay de la mesita de noche y le envió un mensaje a un numero que conocía muy bien.

"Estoy en McAllen. Texas.

Ven por mí"

Apenas vio el mensaje ser recibido, lo borró rápidamente y se pegó el celular al pecho, sintiendo los nervios crecer en ella. Era el último día que viviría esta mentira.

Respiró hondo antes de dejar el celular en la mesita y acurrucarse en la cama con Jay.

Lo miró con descaro mientras dormía, sin reservas. Era un ángel, un regalo que jamás volvería a toparse en la vida. Quería grabarlo en su cabeza, en su corazón. Quería soñar con él por el resto de su vida, en todo lo que podrían haber sido si tan solo fuese real.

—Te voy a extrañar—susurró Gil antes de cerrar los ojos, para que ninguna lagrima pudiera escapar.

She will be loved |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora