Capítulo 59

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El encuentro

Parte II


Flor le estaba dando forma a su cabello, estos caían en unos suaves y cuidadosos rizos.

—Creo...que ya está—le dijo a Gil, apagando la rizadora.

Lo cierto era que Gil podía haber contratado una estilista profesional, pero a Flor le quedaban los rizos como a nadie más, era como si un ángel se los hubiera hecho.

Estos rizos siempre animaban a Gil, hasta antes le hacían sentir más bonita. Ahora se miró al espejo y se sintió realmente hermosa.

Pero aún así la alegría no le llegó a los ojos.

—Gracias—le dijo a su amiga.

Flor soltó un sonoro suspiro.

—Gil, ¿Puedes al menos sonreír? —le preguntó—hoy es tu fiesta de compromiso, se supone que deberías estar feliz.

Gil se giró en la silla y miró a su amiga. Flor tenía un vestido azul ceñido que resaltaba todas sus precisas curvas y el cabello recogido en una coleta alta, parecía una modelo pero tampoco se veía feliz.

Había algo de ella que simplemente te daba la sensación de que estaban en un funeral, Gil no podía culparla porque ella también se sentía así.

—Flor, no quiero fingir que esto es de verdad, no quiero fingir hoy—dijo sintiéndose cansada.

Flor se cruzó de brazos.

—Pues hoy es precisamente el día en que más tendrás que fingir—le recordó—es una fiesta, esto está lleno de gente que quiere ver el amor entre tú y Cole.

Gil arrugó un poco la nariz. Sí, sabía que hoy era un día importante en cuestiones de actuar feliz, pero la verdad era que se la había pasado dándole vueltas al asunto todos estos días y había llegado a una conclusión: no podía hacerlo.

Lo diría frente a todos, fingiría una ruptura con Cole, diría que era su culpa de alguna forma, se libraría de esto.

Claro que Flor todavía no lo sabía, ni siquiera Cole lo sabía aún.

—Flor—dijo Gil, con toda la seriedad del mundo—necesito preguntarte algo, y quiero que me respondas con la verdad, solo la verdad.

Flor la miró nerviosa, se mordió el labio inferior para ocultar la forma en que le temblaba.

—Dime—le pidió.

Gil respiró profundo.

—¿Amas a Cole? —preguntó directo al grano—¿Quieres estar con él?

Flor puso mala cara.

—Gil, sabes que no me gusta hablar de eso...

—¡Pero tenemos que hacerlo! —la urgió Gil—no puedo hacer esto Flor, podía fingir que podía hacerlo, pero no puedo casarme con el hombre que amas. No puedo hacerte miserable a ti, y no puedo hacerlo miserable a él.

Flor se limpió con cuidado la lagrima que bajaba por su mejilla.

—Lo nuestro está dañado, Gil—le dijo, había una súplica en su voz—está roto y no lo podemos reparar. Hoy estoy triste pero se me pasará, estaré bien un día y él también. Entiendo porque te está ayudando ahora, entiendo el porqué de esta locura.

Gil negó lentamente con la cabeza.

—De no haber estado enamorada yo misma—murmuró—habría podido creer que el dolor un día desaparecería de ti.

She will be loved |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora