Capítulo 5

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Para cuando la luz se filtró por los grandes ventanales de su apartamento, ya Gil estaba despierta.

Se encontraba acostada boca arriba en la cama, mirando las líneas del techo e imaginando cosas que no estaban ahí, toda su vida consistía en eso. En imaginar cosas.

Se incorporó lentamente y se pasó una mano por el enredado cabello, la noche anterior refulgía como una neblina difusa en su cerebro. Había atropellado a Jay, y luego había aceptado cuidar a su abuela para que el fuera su coartada en una mentira que la libraría de ir a la boda de su mejor amiga.

A la boda de su mejor amiga, con el amor de su vida.

Estúpido Cole. ¿Por qué no pudo hacerla a un lado como todos los demás? ¿Por qué no pudo expresar lo fea que le parecía como hacían todos? Así tal vez ella no se encontraría en esa situación.

Se levantó de la cama más amargada que nunca y se metió al baño, no le apetecía poner el culo en la bañera y quedarse ahí hasta que Jay viniera, así que optó por lo más práctico. Una ducha.

Ayer, luego de salir del hospital se había ofrecido a llevar a Jay a su casa, pero él se había negado, diciendo que estaba cerca y que podía caminar hasta allá. Gil le había insistido múltiples veces, pero al final había desistido con la promesa de verlo al día siguiente para coordinar su viaje a Texas.

Debido a la soledad del viaje había tenido tiempo suficiente para reflexionar, y había decidido que lo más correcto y lógico era dejar esta farsa. Por más excitada que estuviera con la idea, sabía que era un juego peligroso y tonto. Le daría las gracias a Jay, lo invitaría a desayunar y luego lo vería marchar de nuevo, si acaso, con la esperanza de una amistad esta vez.

Salió de la ducha y se puso unos jeans y una blusa cómoda, bastante impropia de la estación, pero estaba en su casa así que le valía madres como se vestía.

Fue hasta la cocina y empezó a sacar las cosas para preparar el desayuno cuando escuchó que tocaban la puerta.

—¿Tan rápido? —murmuró, limpiándose inconscientemente los restos de una bolsita de té que había sacado en sus pantalones.

Dejó lo que estaba haciendo y se apresuró hasta la puerta, antes de eso pudo ver en el espejo lo desordenado que estaba su cabello y se hizo una coleta alta e improvisada.

—No te esperaba tan temprano...—dijo y su voz fue muriendo en sus labios al ver que la persona que estaba parada en el marco de su puerta no era Jay.

Grace la miró sin simpatía y entro sin que ella la invitara.

Dejó su bolso y sus llaves sobre la mesa de la cocina.

—Grace—dijo, cerrando la puerta tras su hermana y poniendo los ojos en blanco—¿Qué haces aquí?

No pretendía sonar descortés, pero cuando tienes una hermana como esta debes estar alerta siempre.

Grace miró alrededor con desaprobación, la casa de Gil era demasiado sencilla para su gusto, como Gil en sí. Nunca conseguía hacer nada que le pareciera bien a su hermana, la perfecta.

—¿Sabes que tienes una mancha en los pantalones? —dijo arrugando la nariz con desagrado—Debes estar más al pendiente, ¿Por qué eres tan desaseada?

Gil se sonrojó y miró horrorizada la mancha de té que se extendía en sus pantalones. ¡Era un desastre total! Y así planeaba recibir a Jay...

Miró mal a Grace.

—¿Viniste a criticarme o tienes un asunto real? —preguntó hastiada mientras se cruzaba de brazos.

Grace sonrió, a veces podía ser realmente malvada.

She will be loved |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora