(COMPLETA)
Gil Collins es una mujer de buena clase social, la favorita de su padre, y la más buena de las amigas. Podría decirse que su vida es perfecta, pero está lejos de serlo.
Siente que es fea como ninguna otra, su hermana la odia y se dedica a...
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AGUAS PROFUNDAS.
McAllen, Invierno 2005.
—Si dejarás de ser tan pendejo y te quedaras quieto, ya habríamos terminado—se quejó Kate.
Jay, quién estaba sentado en la silla del comedor dejando que su tía le ayudara a curar sus heridas, hizo una mueca.
— ¡Que fastidiosa estás, katie! —se quejó él, imitando su voz.
Kate le hundió el dedo con fuerza en el moretón de la mejilla, haciendo que Jay emitiera un quejido y Will se riera.
Kate sonrió, hacer que Will volviera su atención a ellos era algo gratificante. La única persona que tenía el lujo de tenerlo al 100% era Jay.
— ¿Qué hiciste esta vez para meterte en problemas? —le preguntó con curiosidad.
Sabía de ante mano que Jay y Will eran muchachos tranquilos, también lo era Tom, y sus novias, las chicas Taylor y Jo.
No era nada común que Jay se metiera en una pelea, esta debió ser ocasionada por algo que realmente lo molestara.
Kate pudo notar como Will y Jay intercambiaban una mirada cómplice, de la misma forma en la que Katherine y ella lo habían hecho múltiples veces (y todavía lo hacían)
—Me caí—mintió Jay, patéticamente.
Kate lo miró con cara de pocos amigos.
Jay le sonrió. Con casi diecisiete años era descaradamente guapo, tenía los ojos grises brillantes, el cabello rubio siempre despeinado y los hombros más estrechos que la mayoría de los chicos de su edad.
Jay parecía un hombre, un actor de cine, era todo oro y luz solar, tenía una sonrisa que podría conseguirle lo que sea, y él lo sabía. Lo utilizaba a su favor.
Kate le dio un manotazo porque no soportaba a los creídos, aunque estaba sonriendo muy a su pesar.
—No nací ayer—protestó.
—Se nota—dijo Jay por lo bajo.
Y Will tuvo que levantarse a intervenir para que no muriera allí mismo.
Le puso ambas manos sobre los hombros a Jay, haciendo que este se relajase instintivamente.
—Lo que mi querido Jay quiere decir es que aparentas mucha sabiduría y experiencia, mi Katie—dijo con tranquilidad—el muy tonto se cayó y rodó escaleras abajo.
Kate no se la creía, no es que Jay no pudiera caerse escaleras abajo (eso si era muy posible, lo había hecho varias veces en el colegio) pero esto no se veía para nada como las otras veces.
Aun así, Kate decidió no protestar, porque Will era inteligente, y si estaba encubriendo a Jay era porque sabía que lo que sea que le había pasado no era algo para preocuparse. Kate podía estar tranquila.
