• Capítulo 34 •

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34:

" El amor a veces nos hace cometer locuras, Liz. Como enamorarse de la persona equivocada.
Pero acaso...¿Nosotros elegimos a quien amar? "

— Eres la luz de mis ojos, mi pequeña Seren

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— Eres la luz de mis ojos, mi pequeña Seren. — la voz suave de Elizabeth inundaban a la niña. La pequeña bebé solo admiraba el rostro humedecido de lágrimas que su madre poseia, mientras esta se despedía de su hija tratando de no hacer un mar de llanto sobre el rostro de su primogénita. — Estaré aquí contigo lo más pronto posible. Pero tu madre debe ir. No deseo dejarte, mi niña. Prometí no alejarme de ti el día que tú naciste...— la joven sorbo su nariz mientras más lágrimas brotaban de sus azulados ojos — ...pero esto debo hacerlo. Debo ver a Athelstan. — la bebé elevó su manito y acarició la nariz de su madre, haciéndola sonreír por la suavidad de su tacto — Quizás cuando le cuente de ti, él desee verte.

Helga sonreía enternecida mientras observaba la despedida de Liz y su hija junto a Floki, quien presenciaba la escena curioso, con sus ojos clavados en la tierna imagen.

— ¿Tú lo crees? — cuestionó la esposa de Floki. Éste giró su rostro y elevó una de sus cejas sin entender el cuestionamiento de la mujer — ¿Crees que el hermano cristiano de Elizabeth querrá conocer a su sobrina?

Floki rió negando apenas con su cabeza. — Por supuesto que no.

Helga arrugó su ceño, borrando automáticamente su sonrisa — ¿Por qué dices eso, Floki? ¿Crees que no se alegrará de ver a su hermana viva?

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Helga arrugó su ceño, borrando automáticamente su sonrisa — ¿Por qué dices eso, Floki? ¿Crees que no se alegrará de ver a su hermana viva?

El carpintero tomó un sorbo de su cuerno y luego observó a su esposa — Se alegrará, claro, Helga. Pero los cristianos no son felices cuando nos nombran. ¿Que crees que pensará ese perro cuando vea que Elizabeth tuvo un hijo con uno de nosotros?

Helga mantuvo silencio y volvió su vista a Liz, quien caminaba hacia ellos con Seren en sus brazos. Se la otorgó a Helga y secó sus mejillas mojadas con el dorso de sus manos.

— Elizabeth...— mascullo el carpintero. No era común que Floki le hablase. Eran contadas las conversaciones que ellos dos tenían, pero el desprecio del vikingo había disminuido al ver el amor con el que Ragnar, Helga y el joven Bjorn observaban a la mujer desde que se había convertido en madre. — Los nuevos aliados de Ragnar han llegado. ¿Has oído hablar de la condesa Ingstad?

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora