Más allá del destino • [ Vikings] •

PARTE FINAL. 9 (II)

La historia podría no seguir el rumbo total de la serie.

"— Ha pasado mucho tiempo, Elizabeth — pronunció en tono suave, casi en susurros, como acostumbraba a hablarle.

— Hola, Ragnar. "

Elizabeth sintió como sus piernas se aflojaron de golpe cuando lo vió. No solo era su cálida voz, sino que su presencia irradiaba esa sensación extraña y única que tanto la habían cautivado años atrás.
Él dió unos cuantos pasos hacia ella hasta que quedaron frente a frente, en un dulce pero firme duelo de miradas. Los ojos celestinos de Ragnar admiraron ese rostro que tanto se había esforzado por no olvidar, y sonrió cuando la vió tan igual a la mujer que descansaba en su memoria. Si bien el tiempo había pasado, Liz seguía igual. Alguna que otra marca del tiempo alrededor de sus llamativos ojos azules, su pelo oscuro como la noche aún más corto pero igual... Siempre igual y fiel a sus más preciados recuerdos.

Elizabeth, en cambio, se sorprendió al notar el peso del tiempo en el rostro de Lothbrok. Sus arrugas estaban más marcadas, su rostro se había oscurecido levemente y su barba estaba más blanca que rubia. La diferencia de edad hoy en día, si era notable.

— ¿Acaso no envejeces? — preguntó él en un susurro rompiendo el silencio de sus miradas.

Ella sonrió de lado y bajó su cabeza. Jamás creyó que lo volvería a ver y sinceramente, no sabía como actuar. Asintió despacio mientras elevaba su rostro.

— ¿Cómo has estado, Ragnar?

Él lamió sus labios y no supo que responder. Siquiera tenía en claro el porqué había decidido acercarse a ella. Su idea era buscar a Ivar, su hijo menor, con el cual no había podido cruzar palabra alguna pero ver a Liz a lo lejos, sola, atacada por el frío de Kattegat, lo hizo actuar sin pensarlo. Caminó hacia ella sin saber que decir, que preguntar, que responder... Pero solo una cosa tenía en claro: deseaba desde el fondo de su corazón volver a oír su voz.

Él tomó aire y comenzó a caminar, pasando por al lado de Liz. Aunque ella no comprendió, lo siguió en silencio. Ambos caminaron unos metros más hasta llegar a una pequeña fogata encendida detrás del gran salón. El primero en tomar asiento fue él, quien se acomodó tranquilamente sobre unos de los troncos arrojados allí, apoyando su espalda contra la madera del hogar.

— ¿Ésto lo has hecho tú? — cuestionó señalando la fogata mientras tomaba asiento a su lado.

Él negó con su cabeza — Solo supuse que morias de frío. Hace rato que estás ahí...— Deseaba decirlo. Sentía que su nombre peleaba en su boca por escaparse y finalmente ser nombrado. Levantó su vista y la observó de perfil. —... Elizabeth.

Aunque ella mantenía sus ojos en el fuego, los desvío levemente para observarlo de reojo. Se removió en lugar y se acercó más al fuego.

— Conocí a Seren hoy. Se parece a ti.