• ¿Qué pasó? •

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El tiempo de regreso llegó.

Los años pasaron de forma rápida, casi tan deprisa como los pequeños Ragnarsons mostraron su crecimiento.

Ragnar había sido herido de forma mortal, pero gracias a ello, logró tierras a su nombre y a nombre de los nórdicos en París.

Cada día pensaba si Elizabeth estaría viva al momento de su regreso pero, si así no lo era, al menos mantenía la esperanza de que su hija Seren estuviera a salvo.

Al momento de volver, el agua se mantenía en calma pero no así la conciencia de Lothbrok.

— ¡Floki! — llamó a su fiel amigo. El carpintero llegó a la punta del barco donde se encontraba su rey y se arrodilló a un lado de su maltratado cuerpo. Nunca habían hablado sobre lo sucedido con Liz y Athelstan, por lo que su regreso a Kattegat fue el momento oportuno para el rey de hablar — Sé que mataste a Athelstan — le confesó con su voz rota y sus ojos azules fijos en el guerrero — Y aún no estoy seguro de que Elizabeth esté viva cuando volvamos.

Floki se quedó sin palabras ya que no esperaba que a ésta altura, Ragnar le dijese algo pero aún así no les gustó. No le agrado el odio y el desprecio que su amigo de toda la vida desprendía de su mirada. No le agradaba la forma despectiva en la cual le confesó que sabía lo que había hecho.

Floki tenía un mal presentimiento sobre lo que sucedería cuando llegasen a Kattegat, y eso le aterraba al punto de erizar cada vello de su cuerpo.

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— ¿Te diviertes, Ivar? — gritó Ubbe mientras corría y tiraba del pequeño carro que llevaba a Ivar.

Seren, convertida en toda una niña de cinco inviernos, corría detrás de los varones con una preocupación en su rostro. — ¡Ten cuidado, Ubbe! ¡Romperas sus huesos!

Seren era la viva imagen de su madre. Su cabello oscuro llegaba casi a su cintura y sus ojos eran casi tan grandes y azules como los de su mamá.

Ivar carcajeaba en su carro, tomado firmemente de los costados.

El sonido del cuerno en el muelle los alertó, por lo que la esclava que los vigilaba, les ordenó ocultarse en el gran salón

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El sonido del cuerno en el muelle los alertó, por lo que la esclava que los vigilaba, les ordenó ocultarse en el gran salón.

Lo que la esclava no sabía, era que esos barcos que se acercaban, era la tropa que había abandonado esas tierras unos años antes.

Todos habían vuelto a Kattegat con un sabor agridulce en sus corazones.

Con cuidado, bajaron a Ragnar del barco entre varios hombres. El viaje había empeorado el estado del rey, por lo que llegó inconsciente a sus tierras. Fue llevado con rapidez a su alcoba, donde su esposa solo lo observaba de lejos sin ánimos siquiera de fijarse si respiraba. Ella oyó murmullos en el gran salón, por lo que abandonó su atención en Ragnar y se dirigió a la puerta de entrada.

Su poco amor hacia su esposo se había esfumado hace tiempo. Ya no tenía otro sentimiento hacia él, que no fuera rencor.

Cuando llegó hacia donde se encontraba el alboroto, notó a sus hijos abrazados a un muchacho de contextura gigantes y ya conocidas. Sonrío al ver como Bjorn Ironside estaba intacto, sano y nombrando a sus hermanos pequeños.

— Ubbe, Hvitserk, Sigurd, Ivar — pronunció señalando a cada uno de los niños.

— ¡Ivar! — repitió el más pequeño de forma tétrica.

Bjorn sonrió y posó su atención en la niña que se encontraba detrás del carro de Ivar. Vió sus facciones, las reconoció tal y como reconocería a su madre. — Y tú...— se acercó hacia ellas poniéndose de rodillas y acariciando su cabello — Tú eres mi pequeña Seren, ¿no es así?

La niña se mantenía con un semblante serio, pero aún así ella también reconocería al hombre que tanto la había cuidado y jugado con ella cuando era pequeña. Se lanzó hacia el cuerpo del gigante y lo abrazó lo más fuerte que pudo mientras el rubio sonreía — ¡Que bueno que has vuelto, padre!

Éste carcajeo y la tomó por los hombros — Cuando me fui eras una pequeña mocosa llorona y asustadiza.

— No tengo miedo ahora — pronunció la niña con seguridad.

Él sonrió y acarició su rostro, tan similar al de la madre de la niña

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Él sonrió y acarició su rostro, tan similar al de la madre de la niña. Su corazón se estrujó al no ver a Elizabeth por ningún lado, llevando su vista a la reina que hacía presencia en el lugar. Se puso de pie y agacho apenas su cabeza — Reina Aslaug.

Ella sonrió de lado, contestando el saludo — Bjorn.

Él camino hacia ella con el corazón hecho añicos. A pesar de tantas peleas y nervios que podía llegar a sentir en su vida, jamás había sentido tantos nervios como ahora. En cuanto estuvo frente a Aslaug, tragó saliva y junto el valor necesario para hacer la temida pregunta.

— ¿Qué pasó con Elizabeth?

— ¿Qué pasó con Elizabeth?

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Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora