Más allá del destino • [ Vikings] •

PARTE FINAL. 4.

Elizabeth sintió el apasionante beso de Ragnar contra su boca y notó como su cuerpo perdió fuerza y voluntad alguna al tenerlo nuevamente junto a él.

Recordó sus años juntos, sus noches de pasión, su particular y encantadora sonrisa, sus caricias algo ásperas pero calientes, sus besos cargados de deseo... Pero también recordó el abandono al cual destinó tanto a Elizabeth como a su hija, el frío de las noches cuando volvía a dejarla para dormir junto a Aslaug, la indiferencia antes su sufrimiento y soledad, las mentiras que salían de su tentadora boca.

Por primera vez sentía el rechazo ante su tacto.

Por primera vez sentía que volver a caer ante su encanto era dejarlo ganar una vez más, dejarlo sentir poder en ella y hacer con su corazón lo que él quisiera.
Ya no pudo seguir el beso.
Sin embargo, Ragnar se mostraba obnubilado ante la oportunidad de tenerla nuevamente para él.

Elizabeth movió su cabeza cortando el beso, pero el rey se inclinó hacia su cuello, comenzando a lamer y besar su piel. Ella cerró sus ojos de forma forzada y una sola imagen vino a su mente.

Sus pequeños y fríos ojos azules. Su trenza rubia llegando apenas a su gruesa espalda musculosa y bronceada de sol. Sus grandes manos tomándola por los hombros. La calidez de su voz al susurrarle al oído cada mañana desde que había vuelto de París. Sus fogosos y enardecidos besos esparcidos por todo su cuerpo.

Bjorn.

Su gigante y compañero protector.

" ¿Como olvidarme de la mujer de la cual estaba enamorado de niño? "

No.

No podía seguir.

Empujó con fuerza a Ragnar desde su pecho, haciéndolo retroceder dos pasos hacia atrás.

— ¡No!

Ragnar la miró sorprendido. Pero rápido, su rostro dibujó una sonrisa sarcástica desviando su mirada, para expresar cobardemente ese pensamiento que venía atacando su corazón hace tiempo.

— Ahora todo es diferente, ¿no es así, Elizabeth? — llevó sus ojos a ella cargado de dolor — ¡Bjorn se ha convertido en un hombre!

— Claro que es un hombre, Ragnar. Hace tiempo lo es.

El rubio carcajeó. — Creí que para ti, seguía siendo el mismo niño de la granja. ¿Qué pasó ahora, hum...? Él creció. ¿verdad?

Elizabeth no caía en cuenta de lo hipócrita que sonaba Ragnar. ¿Cómo era posible que él se ofendiera ante su rechazo?

— ¿Qué te sorprende? — cuestionó elevando uno de sus hombros. — ¿Cuánto tiempo te esperé, Ragnar? ¿Cuánto tiempo he esperado por ti? ¿Acaso lo sabes? — tomó aire y dejó salir ese resentimiento que había crecido tanto como el mismísimo Ironside. —  ¡¿Siquiera tienes idea de todo lo que perdí por amarte?!