Más allá del destino • [ Vikings] •

• Capítulo 15 •

15:

" ¿Por que querría irme de tu lado, Ragnar? "

La cena se estaba terminando. Alrededor de la mesa se encontraban Ragnar, Aslaug a su lado, Elizabeth y como invitado, Torstein.

Por alguna razón, el guerrero pasaba más tiempo en el hogar de Ragnar que en cualquier otro lugar de Kattegat. Junto a Elizabeth, compartían una dulce amistad que, si bien había comenzado como atracción de parte del rubio, ya todo había cambiado. Torstein sentía cierta compasión al ver que Elizabeth se paseaba sola constantemente desde la partida de Lagertha y Bjorn, y había empezado a acercarse a ella para charlar, sin imaginar que un gran cariño crecería entre ellos.

Ragnar miraba celoso las pequeñas sonrisas que se formaban entre estos dos. El conde se irritaba en demasía cada vez que ellos compartían momentos juntos.
Aslaug, por su lado, ya no soportaba la constantes miradas que había captado de parte de su esposo a la esclava.

Con malicia, sintiéndose levemente humillada, la nueva condesa dejó caer la copa de vino que poseía entre sus dedos, logrando que éste se rompa al instante que tocó el suelo.

— ¡Esclava! — si bien no había sido un grito, la mala manera de hablar de la völva asustó a la pobre joven.

Elizabeth no tardó en ponerse de pie y acudir a la limpieza del lugar. Ragnar comenzó a morder su labio inferior, tratando de retener la rabia que le había causado el suceso.

La esclava terminó de juntar los pequeños pedazos de la copa destruida, y se puso de pie para encaminarse hacia la zona de la cocina.

— ¡Esclava! — volvió a repetir Aslaug, logrando que Elizabeth detuviera sus pasos — Que no se te olvide a quien sirves ni quien eres en ésta casa.

La rabia de Ragnar volvía a crecer. Odiaba la manera fastidiosa que Aslaug tenía para hablarle a Elizabeth. Era entendible, creía. Pero aún así, no soportaba verla humillada.

— Sé muy bien cual es mi lugar, Condesa Aslaug. Soy la esclava de Ragnar Lothbrok.

Sin permitir respuestas, Elizabeth siguió su camino hacia afueras del salón. Torstein ocultó una sonrisa traviesa por el atrevimiento de la joven, bebiendo todo lo que quedaba en su copa.

Mientras tanto, Ragnar siquiera se molestó en reprimir la sonrisa que se le formó al ver el coraje de Elizabeth nuevamente en ella.

— ¿Acaso te divierte que la esclava cristiana no respete a tu mujer, esposo? — preguntó la condesa con indignación.

Torstein carraspeó poniéndose de pie — Creo que llegó mi momento de irme — antes de partir, dió una leve mirada a su amigo — Suerte.

Aunque había sido un murmullo, la pareja presente pudo oírlo.

— ¿Qué te pasa? — preguntó Ragnar con un dejo de inocencia en su voz.

— ¿Qué pasa con que?