• Capítulo 10 •

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10:

"Esto es muy importante para mí. De verdad, de verdad gracias, Ragnar."

Los días habían comenzando a sentirse fríos y llenos de dudas

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Los días habían comenzando a sentirse fríos y llenos de dudas.
Los fieles amigos de Ragnar habían podido a llegar al hogar de Floki no solo a visitarlo, sino también, a avisarle sobre su hermano Rollo.
El mayor había dado su mayor prueba de lealtad hacia Ragnar: había sido torturado por el conde Haraldson y su secuaz para dar el paradero de éste, pero Rollo, soportando todas aquellas torturas, jamás dió ni una sola palabra.
Éste echo había conmocionado a Ragnar, por lo que había decidido enviar a Floki a Kattegat con una misión: avisar al Conde Haraldson que él lo desafiaba a un combate personal, donde uno de los dos debía morir.

Los nervios consumían a la familia de Lothbrok, ya que su herida aún no estaba curada del todo, ni su movilidad era la misma. Pero a él no le importaba. Su orgullo estaba incluso más herido que él.

Al llegar a Kattegat, todo el pueblo se había reunido en el centro en forma de círculo, esperando el ansiado combate. Lagertha se había adelantado a su esposo, y junto a Bjorn había quedado delante de las personas para presenciar en primera fila la pelea.
Gyda, en cambio, había decidido quedarse un poco más atrás, subida encima de los límites del muelle junto a Elizabeth, para evitar ver de cerca el acto. Ragnar al pasar por delante de ellas, acarició la mejilla de su niña, y elevó apenas su vista para clavarla en los ojos azules de la cristiana.

— No te preocupes — la tranquilizó a Elizabeth, ya que era notable la angustia que consumía el rostro de la joven. Ésta solo asintió insegura, tratando de disimular los nervios que le provocaban semejante acto.

Una vez iniciado el combate, ambos demostraban valor y agilidad a la hora de luchar. Si bien Ragnar tenía una leve desventaja al estar herido, Haraldson estaba entrado en años, y nada era fácil para el mayor.
Después de una riña peleada y justa, Haraldson cayó herido al suelo del combate. Ragnar se colocó de cuclillas a un costado de éste, y después de susurrarle sus últimas palabras, terminó por hacer un corte en su muñeca, terminando así con la vida del último conde de Kattegat.

Rápidamente, su mujer Siggy se acercó en busca de la última mirada con vida de su esposo, y sin dudarlo, proclamó por la victoria del ahora conde.

— Te aclamamos, Earl Ragnar — los presentes se mantenían en silencio, sin saber como actuar  — ¡Te aclamamos, Earl Ragnar!

— ¡Te aclamamos, Earl Ragnar! — todo el pueblo comenzó a victorear el nombre de su nuevo conde, incluso Elizabeth, quien elevaba la voz con orgullo al verlo ganador.

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Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora