• Capítulo 1 •

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1:

"Sin la palabra de Dios, sólo hay oscuridad."

Una fuerte tormenta pareciera azotar el reino de Northumbria. Los monjes que habitaban el lugar, se encontraban en su mayoría asustados, previniendo un posible caos ya anunciado.

"Y ese día, el sol se oscurecerá, y la luna no alumbrará con su brillo. Y las estrellas caerán del cielo.
Y de pie sobre la arena de la playa, ví una bestia alzándose en el mar.
Que tenía 7 cabezas y 10 cuernos..."

El joven monje Athelstan después de tratar de prevenir al sumo sacerdote sobre la posible llegada del mal, corre en búsqueda de la única persona que realmente le importaba en ese lugar. Su hermana, Elizabeth.
Si bien Northumbria no era un lugar apto para personas ajenas a estar entregadas a la vida de Dios, Athelstan mantuvo oculta a su hermana, sintiéndose incapaz de dejarla sola.
El resto de su familia estaba muerta, y ellos sólo se tenían el uno al otro.
Elizabeth había viajado con él a varios reinos propagando la palabra de Dios.
Ambos habían aprendido varios idiomas y culturas diferentes, y terminar en Northumbria no había sido la primer idea de Athelstan, entendiendo que su hermana tendría que permanecer oculta y en secreto durante su estadía, pero no encontraba otra manera de mantenerla cerca suyo.

Tras recorrer los pasillos engañosos que lo llevaban cerca de su iglesia, llega hasta el pequeño cuarto que, a simple vista, pareciera sólo un lugar donde cosas sin uso son guardadas, pero era Elizabeth quien pasaba sus días allí.

El cuarto no era de las medidas normales, sino, uno muchísimo más pequeño. Solo una pequeña mesa con unas dos velas reposaban allí, y un pequeño colchón en el suelo con algunas prendas de ropa exparcidas por el.

- ¡Liz! - la llamó su hermano desde el otro lado de la puerta que los dividía. La joven abrió con cuidado, y se movió hacia un costado sonriendo a su preciado hermano y dejándolo pasar - Te traje tu comida.

A pesar de la sonrisa que Athelstan le había ofrecido, Elizabeth sabía que no era una sonrisa sincera - ¿Pasa algo, hermano? Te noto preocupado.

Un fuerte trueno vuelve a resonar en los cielos. Ambos pares de ojos azules miran a su alrededor al sentir como el cielo parecía enloquecer.

- Algo malo pasará, Elizabeth. Y nadie parece querer escucharme.

- Habla con Dios, hermano - le contesta Elizabeth tomando la mano de Athelstan para tranquilizarlo - Él siempre te oirá.

El joven sonríe y acaricia la mano de su hermana con delicadeza - A todos, él siempre oye a todos, Liz. Pero...creo que algo atacará el convento. Un mal presagio.

La joven frunce su ceño confundida por las palabras de su hermano mayor - ¿De qué hablas, Athelstan?

Athelstan niega con su cabeza, y lleva la mano de su hermana que aún reposaba en él a su boca, besándola con delicadeza - No me hagas caso. Tú come y descansa, hermanita. Prometo mañana venir a buscarte para pescar. Los demás monjes estarán en oración, así que nadie te verá.

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora