Capítulo 23: Lo peor de nosotros mismos. (+18)

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Harry me arrinconó y me presionó contra la pared y a la fuerza comenzó a besarme, le respondí instintivamente pero enseguida me detuve, y al no tener respuesta de mi parte él hizo lo mismo.

-No sabes cómo me lastima el que seas tan fría - susurró, me pareció herido.

-Supongo que entiendes que no siento nada - respondí, sin importarme lo que él pudiera sentir.

-No te estoy pidiendo nada que no hayas hecho antes - dijo e intentó besarme de nuevo, pero yo no se lo permití, así que volvió a alejarse - En todo este tiempo fingiste que yo te gustaba, que estabas interesada en mí... Me hiciste creer que no te era indiferente, así que lo único que te estoy pidiendo es que sigas con tu gran actuación.

El chico volvió a tomarme por los brazos intentando levantarme.

-¡Suéltame! - grité moviéndome bruscamente para que no pudiera llevarme con él - ¡No tienes idea de cuánto te odio!

-¡Pues bien! ¡Me conformo con eso! - gritó, cogiéndome de nuevo - Porque el odio es un sentimiento tan intenso como el amor... Y créeme, que eres totalmente correspondida.

Harry me levanto en brazos nuevamente y me acomodó en un mueble cercano, se colocó entre mis dos piernas y a la fuerza tomó mi cara entre sus manos, obligándome a besarlo, yo sabia que no iba a poder seguir resistiéndome, así que sin pensarlo mucho y sin mediar ni una palabra más, empujé su pecho y bajándome de la encimara lo empujé hasta que esta vez Harry apoyó la espalda contra la pared. No iba a poder librarme de esa situación, así que me limité a liberar esa parte de mí que lo deseaba con locura.

Su cara era un poema. Creo que entendía mucho menos aún que yo y eso que en mi estado de enajenación no tenía las cosas demasiado claras.

Aun así, me encaramé a él y lo besé. Lo besé. Así, sin ton ni son. Y aquel beso... ¡Dios! Aquel beso me revivió.

Harry reaccionó enseguida abriendo la boca y mi paladar se llenó de su sabor. Gemí de alivio. Aparentemente llevaba todo el día queriendo hacerlo. Nuestras lenguas se enrollaron y le acaricié la cara, apretándolo más aún contra mí. Nos abrazamos y lo sentí jadear. Sus pantalones se tensaron en la parte delantera, llenándose con una erección.

Harry me levantó a peso y me cargó sobre él. Yo enrollé las piernas a su cintura y me dejé meter dentro de la cama. Pensé en pedirle que me quitara las pantaletas, pensé en suplicarle que me follara allí mismo, pero en un rayo fugaz recuperé la cordura.

-Para, para... - le pedí mientras regaba mi cuello de besos - Me he equivocado. No he debido hacerlo... Yo...

-No te has equivocado - dijo.

Se inclinó hacia mi otra vez y aunque lo intenté, no pude apartarme. Nos besamos. Empezamos presionando nuestros labios contra los del otro para después ir subiendo en intensidad.

Ni siquiera lo pensé. Dejé la mente en blanco mientras su boca me devoraba por entero y necesité oler su piel, lamerlo, sentirle palpitando dentro de mí y notar como se corría pronunciando mi nombre. El deseo caprichoso se convirtió muy pronto en una pulsión animal que no podía ignorar. Lo necesitaba. Le necesitaba como respirar.

Me separé un poco de él, me puse a horcadillas y le sobé el pantalón. Harry no pudo disimular su gesto de sorpresa cuando le desabroche la bragueta y saqué su erección, pesada, dura y suave.

-Nena... - gimió.

La metí dentro de la boca y succioné con fuerza. La voz de Harry se rompió en un gruñido de placer.

-Nena, vas muy deprisa...

Después se resistió, se resistió durante unos segundos... pero finalmente apoyó las dos manos en mi cabeza y empujó con su cadera hasta el fondo de mi garganta.

Bodas de OdioWhere stories live. Discover now