Capítulo 37: Un Bebé.

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— Solo...deben hablarlo —le sugiero con una sonrisa triste.

— Es mi hijo, Nat. ¿Cómo sería capaz de matarlo? —cuestiona al borde de volver a llorar.

Cierro los ojos y respiro profundo.

— Es un feto, aun no es un bebé, por lo tanto no es tu hijo —le explico, intentando que no se ponga a la defensiva—. Además, deben aprovechar las primeras semanas para...ya saben...

— Pero es mi feto —insiste.

Suspiro.

— Lo sé. Por eso digo que deberías hablar con ella.

— Está muy asustada —dice bajito. Él también tiene miedo, lo puedo notar.

— ¿Cuántas semanas tiene? —pregunto, lamiendo mis labios, ansiosa.

— Seis...

Aun es un pequeño cigoto.

— Es del tamaño de un frijol —le digo, sonriendo un poco.

Sonríe, melancólico.

— ¿Sí?

Asiento lentamente.

— Debes hablar con Jenna —aconsejo.

— ¿Cómo sabes quién es?

Sonrío, limpiándole las lágrimas con mis pulgares.

— Contactos —bromeo.

Tomo asiento en mi lugar anterior. Le doy un largo trago a mi cerveza, él hace lo mismo.

— ¿Qué harías tú? —me pregunta, después de unos minutos en silencio.

¿Yo? Ni idea. Soy virgen aun, no sé nada de sexo ni de bebés.

— No lo sé —suspiro, dejando salir de mi boca un poco de olor a cerveza—. Probablemente me volvería loca.

— Estoy tan confundido, no sé qué hacer —vuelve a dar un trago a su cerveza.

Siendo sincera, yo en su lugar tampoco sabría qué hacer, de hecho hubiese dejado sola a la chica por el pánico, pero él está siendo muy maduro, dejándome completamente impresionada. No es un completo imbécil después de todo.

— ¿Qué quiere ella?

Suspira.

— No sabe qué hacer. Ella tiene muchísimos sueños, metas, y no la culparía si quisiera abortar, yo también tengo sueños y muchísimas metas, y con un bebé dudo mucho que podamos realizarlas —mira hacia cualquier lugar, perdido—. Pero ¿matar a mi bebé?

— Feto —lo corrijo, él aun no es un bebé.

— Lo que sea —ataja, bebiendo un poco más de cerveza—. Es mío, mi bebé, mi feto, es mío y no lo quiero matar.

Ruedo los ojos.

— El feto crece dentro de ella, por lo tanto, la decisión no es tuya.

West no puede obligar a Jenna a tener un bebé, no puede obligarla a ser madre si no quiere, si no está preparada.

— Tienes que hablar con ella —le repito.

— Lo haré —me asegura—. No quiero matarlo.

— No es tu decisión, West —le recuerdo, tomando otro trago de cerveza, siento el efecto relajante.

— Es muy jodido todo ¿sabes? —bufa, recostándose sobre la mesa.

— Imagino que sí —respondo, dejando mi botella vacía a un lado.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora