Chapter fourty: Epiphany.

1.4K 80 19
                                    

Dejó caer el sobre, ahogando un grito en su garganta. Caminó de un lado a otro, pensando qué hacer. Tiró de sus cabellos, enfadado. ¿En serio fue capaz de darle algo como eso? Bufó con bronca, chasqueando la lengua. No. No dejaría pasar esto. Pediría explicaciones, y las pediría ahora mismo; buscó su teléfono, marcó su número y esperó. ¿En serio? ¿En serio? No le contestó. Gruñó, volvió a llamarlo, ordenándole mentalmente a tomar el puto teléfono y contestar. Recordó el motivo de por qué no podía atenderlo, pero le importó más bien nada. Lo insultaba en cuantas palabras cupieran en su boca.

- Molina, ¿qué...?

- ¿Qué carajo me diste, Dante? -exclamó sin darle la oportunidad de hablar.- ¿Qué significa ésto?

- ¿Te refieres al documento?

- ¡Qué va a ser! ¡Sí! ¿¡Qué clase de contrato me das?!

Dante lo notó - Molina, ¿lo leíste?

- ¿En qué mierda pensabas?

- Molina -exigió- ¿leíste el contrato por completo? -silencio.- ¿Leíste por completo lo que te di?

- No -susurró.

- Pues siéntate y léelo. Varias veces si es necesario. Léelo con detenimiento y luego me das una respuesta. No es obligatorio que me respondas hoy, tomate todo el tiempo que necesites. ¿Está bien?

- Sí. 

- Sí, ¿qué?

- Sí, Señor.

- Así me gusta. Tengo que irme. Más tarde te llamaré para comprobar si lo hiciste, ¿de acuerdo? Y créeme que me voy a dar cuenta si has desobedecido.

- Sí, Señor. Ahora mismo leeré el contrato.

Colgó.

Haciendo peso muerto se dejó caer en el sillón, asustando a la bola de pelos durmiendo ahí. No tenía palabras. Acercó las hojas, sin prestarle atención a las palabras impresas en las mismas. Cuando el título pasó por sus pupilas, sintió ganas de gritar nuevamente, de tirar el documento a la basura y hacer de cuenta que jamás existió. Sin embargo, la orden de Dante le decía todo lo contrario, sabía a la perfección que aquella orden iba muy en serio, y realmente se ganaría un castigo si no lo hacía. No tenía otra opción, parpadeó varias veces y comenzó a leer.

La primera lectura fue más bien superficial, más que nada para hacerse una idea de qué trataba el documento. La segunda fue más detenida, sin saltarse nada, prestando más atención a cada oración. Y una tercera fue para entender mejor. Quedose varios segundos mirando las hojas, con la mente en blanco, haciendo caso omiso a lo que sucedía a su alrededor. Un maullido de Anakin lo trajo de nuevo a la realidad, el felino le dedicaba mimos en sus piernas, siendo correspondido. Sonrió, subiéndolo a su regazo, ganando así alguna que otra lamida en su nariz. Amaba cuando hacía eso. Dejándolo a un lado, guardó los papeles en el sobre, mirándolo fijamente, generándole un escalofrío. No sabía si reír o llorar. Pese a no estar obligado a darle una respuesta ese mismo día, estaba más que claro que sería un rotundo no. Un gran, enorme y rotundo no. ¿Estaba siendo objetivo? Quizá no. Además, no era necesario responder ahora. Hablaría con él lo antes posible, quizá se estaba dando una idea errónea a lo que realmente era. Dejó el documento en la mesita de luz. Se sentía confundido con respecto a todo. El pecho le dolió. No sabía qué hacer. No sabía cómo asumir lo leído. Tampoco sabía si realmente quería asumirlo. Todo parecía venir de golpe, como un baldazo de agua fría. Sentose en el borde de la cama, mirando a la nada con una expresión agotada en el rostro, volviendo del trance al escuchar una notificación.

~ Buenas noches, Molina. Avísame cuando pueda
llamarte. Tenemos que hablar.

~ Buenas noches, Dante. Bueno, te aviso apenas cene.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora