Chapter thirty six: Blood, sweat and tears.

2.2K 97 22
                                    

Benjamín no dejaba de pensar en las palabras de su cuñada. Por una parte, quería darle la oportunidad de hablar con ellos, de pedir disculpas. Por otro lado, no. Su miedo era el sentir que podría ser una trampa para hacerlo sentir peor. Sin embargo, notó cierta verdad en su voz. ¿Qué debía hacer? No quería enfrentarse a ella solo, pero tampoco quería meter a Dante en esto. Quedarse callado no era una buena opción. ¿Y si dejaba que ella se acercara primero? Soltó un grito, sin saber qué hacer. ¿Sería fácil? Para nada. Al mismo tiempo, ocultárselo a Dante quizá empeoraría las cosas. Lo protegía, sí. Lo defendería, sí. Tarde o temprano debía hacerlo. Prefería tarde. Bufó.

Dante notó que él estaba distante. No quería ser cargoso e insistirle en que le contara qué sucedía, pero la duda le carcomía por dentro. Se preocupaba por su pequeño, y le hacía realmente mal verlo así, sabía que algo pasaba dentro de su mente. Quién sabe cuánto aguantaría.

- Molina, ¿qué ocurre? Estás distante.

- No pasa nada.

- Benjamín Molina -regañó-. Algo estás ocultando.

Era la primera vez que lo llamaba por su nombre completo. Agachó la mirada, con ganas de huir.

- El sábado, cuando vos estabas con Luca esperándome... mi cuñada me dijo que... si podía hablar con nosotros.

- ¿Hablar? -preguntó incrédulo. Algo no iba bien.

- Quiere pedir perdón. No sé si será verdad o...

- ¿Vos qué pensás?

- No sé. Quiero y a la vez no. ¿Vos?

- ¿La verdad? Yo no perdería el tiempo. He conocido mucha gente así, no vale la pena perder segundos que jamás regresan. Sé que es tu cuñada, que la conocés de hace años. Si quieres hablar con ella, te apoyaré. Si no lo deseas, también lo haré. Le voy a dar el beneficio de la duda, una oportunidad sólo por vos.

- Lo pensaré bien. Tengo miedo de que te canses de esto.

- ¿Cansarme de qué?

- De que te siga ocultando.

- Molina, mirame. Sé lo difícil que puede ser. No me importa. Si no estás listo, lo entiendo. Me sorprendió cuando tomaste mi mano, fue increíble. Lo disfruté un montón, no sabes cuánto. Me sentí asquerosamente orgulloso de eso. Contestame algo, Molina. ¿Cuántas sesiones hemos tenido hasta ahora?

- ¿Unas cuatro o cinco?

- Bien, en ellas ¿te he obligado a hacer algo que no querías? ¿Alguna práctica con la que no te sientas cómodo?

- No.

- ¿Qué es lo que hago en esas sesiones?

- Me preguntas si estoy bien, si estoy cómodo, si quiero seguir o no.

- ¿Y luego?

- Al terminar, me cuidas. Me vuelves a preguntar cómo estoy y si necesito algo.

- Esto es lo mismo. No te voy a obligar a mostrarte conmigo si aún no te sientes listo. No te voy a obligar a hablar con Camila si no queires. Voy a cuidarte, a protegerte, preocuparme por vos. Ya te lo dije, si vos estás mal, yo también.

Las palabras de Dante resonaron en su mente por mucho tiempo. Lo pensaría bien antes de tomar una desición. Se sentía exhausto tanto física como mentalmente. Se lo tomó tan en serio que ideó un plan: primero hablaría con ella por mensajes, sólo para acordar un día. No quería hacerlo ahora mismo. Necesitaba tiempo para prepararse. Posiblemente para lo peor. Esos últimos cuatro días sus compañeros tenían que avisarle la hora del break o la salida. Estaba tan metido en su burbuja, no prestaba atención alguna a su alrededor. Para su bendita suerte, los besos y los abrazos de Dante le hacían sentir protegido, a salvo de todo. Lo había invitado unas cuantas veces a cenar a su casa, y pensó que sería una buena idea hacer lo mismo.

Entre CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora