Chapter 6: Secret Admirer

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Joder, era simplemente perfecto. Benjamín no podía creer lo que sucedía en este preciso instante. Su mente y cuerpo no querían que acabase jamás...

El beso siguió por varios segundos y ni siquiera pensaban en lo que sucedía alrededor, sólo eran ellos dos sumergidos en una burbuja llena de pasión y lujuria. Los labios chasqueban al ser apretados contra los del otro, lanzaban quejidos de placer cuando se mordían. Las caricias seguían, explorando cada parte de los cuerpos, sedientos de más. Eran dos amantes tocándose por primera vez luego de siglos sin verse. Dos amantes que por fin podrían demostrarse cuánto se deseaban el uno al otro.

- Para ya, Dante -susurró el moreno en el oído del contrario.

- ¿Por qué habría que detenerme ahora? -lo miró duditativo para luego seguir recorriendo el cuello con la lengua-. Tú y yo sabemos que queremos más.

- S... sí... -tartamudeó al sentir la humedad lamiendo lentamente el lóbulo de su oreja-. Pero... por favor, va.. vamos a mi... mi... depar... ta... departamento.

Pudo terminar la frase al liberarse del agarre que Dante propinaba. Jadeando, tomaron sus cosas y se dirigieron a la puerta de vidrio. El mayor seguía con la mirada al otro, que con los nervios casi no podía tocar el botón del ascensor. Una vez dentro de la caja metálica, el calor iba en aumento, pero la inesperada abertura de ésta les impidió seguir. Para su suerte, no entró nadie, suspirando de alivio. Se comían con la mirada, en sus mentes se reproducían imágenes de ellos llenando la habitación de gemidos. Y eso era exactamente lo que buscaban.

Una vez dentro de la morada, Dante aprisionó sorpresivamente a Benjamín contra la puerta, provocando un sobresalto de este último. Los labios chocaron fuertemente entre ambos, buscando subir más la temperatura. El moreno llevó sus brazos alrededor del cuello adversario mientras continuaban con el afecto, las lenguas se encontraban varias veces tanto dentro y fuera de sus bocas. El sabor de aquella acción era increíblemente exquisita. En sus mentes no recorría ningún pensamiento, sólo se dejaban llevar por el momento. Se obligaron a separarse unos segundos para despojarse de las prendas de ropa que impedían que la piel bajo éstos recibieran la atención que tanto anhelaban. Benjamín fue el primero en hacerlo, lanzando las prendas al sillón para inmediatamente después volver a unirse a su amante, quien, al verle el torso desnudo, decidió que sus manos vagarían lentamente hasta llegar a su entrepierna y tomar el bulto generado por las caricias que las yemas de los dedos iban dejando por la piel. Benjamín no pudo ahogar el gemido, éste salió desde lo más profundo de su garganta; y Dante sonrió lascivamente antes de morderlo y tomar la erección del otro una vez más, ansioso de más placenteros sonidos emitidos por su acompañante.

"Juega niño, el poder nuestro es..."

La puta alarma lo sacó del trance. Había sido todo un sueño. Jadeando ante lo que dos segundos antes ocurrió, secó las gotas de sudor que invadían su frente. Se sentó en la cama, mirando la pared por varios minutos. Una erección bastante notoria se hizo presente. No lo podía creer. ¿Era en serio? ¡La puta madre! Acababa de tener un maldito sueño erótico con nada menos que Dante. Se preguntó por qué carajos pasó. Por momentos odiaba a su compañero, y por momentos su compañía era agradable. De nuevo, se preguntó por qué soñaría algo así. Sacudió la cabeza, intentando calmarse, pero el latir violento de su corazón más la erección lo hacía imposible. El pronóstico marcaba 13º, aún así decidió darse una ducha fría para ver si podía controlar aquello. Salió de la ducha, se vistió rápidamente para ir a tomar un merecido desayuno tibio. El suave aroma a café que desprendía la cafetera italiana inundó sus fosas nasales, sosegando al intranquilo joven. Trató de mil manera despejar su mente, pero nada funcionaba. Anakin seguía durmiendo en el sillón, esa diminuta mancha negra le hizo sonreír. Luego del desayuno, tomó sus cosas y bajó a esperar a su compañero de trabajo. Se repitió un centenar de veces que sólo fue un sueño, que no fue real, a pesar que así se sintió. Rozó sus labios con la yema de su dedo, dudando si fue o no producto del subconsciente. Vio llegar el vehículo, y la ansiedad comenzó a apoderarse de él. ¿Cómo reaccionaría? claramente no diría absolutamente nada, buscaría la manera de quedarse callado y evitarlo el mayor tiempo posible, hasta que en la hora del descanso pudiese ir a fumar un cigarrillo con Carolina. Tampoco podría ocultarle algo así, ella tenía ese jodido super poder de sacarle las palabras de la boca sin que él se de cuenta. No entendía cómo podía hacerlo. El viaje hasta el lugar de trabajo se hizo eterno, ninguno pronunció palabra alguna después de los buenos días. Tampoco se miraban, se limitaban a clavar la vista en el parabrisas. Dante se acercó a la ventana para darse cuenta que el cielo estaba volviéndose oscuro. En cualquier momento se largaría a llover.

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