Para Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían su vida. No estaban permitidos los errores en su vida.
Jihee, blindada con un fuerte sentido del humor que hacía fallecer a cualquier trag...
iba a publicar el 12 porque el 12 es mi cumpleaños y quería que fuera el mismo día pero bueno, soy una impaciente de mierda y lo saben, ah, y nueva portada <3
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Capítulo 29: Rumores.
—¿Puedes estar más de dos horas, al menos, sin quedarte dormida?—Escuché vagamente la baja pero histérica voz de Sohee, superponiendose sobre todo el bullicio escandaloso que era la clase en el descanso.
Eran las ocho de la mañana, hacía frío y me había quedado hasta la tarde viendo Peses Monstruosos con Tong y el Abuelo, joder, con suerte aún era consiente de mi alrededor. Digo, sabía que debía atenerme a las consecuencias porque había clases, pero con la taza de chocolate caliente, el bizcocho de vainilla, los estúpidos chistes de Tong, y el Abuelo tejiendo mi próximo suéter junto a nosotros —que aparentemente iba a ser rojo— no pude negarme.
Estiré lánguidamente los brazos sobre la mesa, reaccionando lentamente y solté un fuerte bostezo que hizo que algunos se giraran a nosotros. Hice una pausa, dejando caer vagamente mi espalda en el respaldo de la silla y miré algo pedida como Sohee fruncía sus castañas cejas y me miraba mal.
En cuanto me erguí, sentí como el dolor de caderas se intensificó y mi vientre se contrajo dolorosamente.
Sí, estaba en esos días.
Maldita sea ¿porqué no nací para ser un cactus?
—Yo no estaba durmiendo.—ella puso los ojos en blanco, frunciendo sus labios pintados de un pálido color rosa.
—Claro.
Me giré lentamente a Niwa, confundida—¿Ahora que hice?
—Déjala, —murmuró secamente junto a mí. Ella estaba sentada con la silla inclinada atrás, con los tobillos cruzados sobre la mesa y con una expresión de seriedad mientras jugaba algún juego mmorpg en su móvil. Miré sus converse rojas cruzadas sobre la mesa y solté otro bostezo. —No tiene un buen día. —murmuró, sin dejar de ver el juego y poniendo una mueca de costado.
—¡Dios, quita los pies de la mesa! ¿Tienes alguna idea de todas las bacterias que tienes allí?—Sohee se puso de pie, se sentaba frente a nosotras desde hace más de cuatro años. Sus gritos me pusieron de mal humor y volví a hacerme ovillo sobre la silla, estar lo menos estirada posible reducía los dolores uterinos. Ella caminó rápida y nerviosamente, dándole un zape a mano abierta a los pies de mi amiga, sacó un pañuelo blanco prolijamente doblado de su bolsillo y luego lo pasó con fuerza en el lugar donde antes estaban apoyados los pies de Niwa. —Además, eres una señorita. No subas los pies a la mesa ¿qué tal si pasa un chico por el pasillo y te ve las bragas?
—Ni siquiera llevo bragas. —Sohee se hizo atrás bruscamente y abrió los ojos de una forma desmesurada, mirando a Niwa como si fuera el mismo diablo. Estaba segura que Niwa había dicho aquello para fastidiar. Creo.
