Intruso.

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Capítulo veinte: Intruso.

 

él te observa,

escondido en la oscuridad.

Tu no lo notas, nadie lo hace,

pero él esta allí, atento,

siempre al acecho,

y cuando te descuides,

¡bam!,

suya serás.


BLUE:

Para cuando llego a casa de la universidad, estoy exhausta. Siento las piernas entumecidas y me duele todo el cuerpo. Me siento tan pesada que sólo quiero llegar a mi cama y dormir todo lo que sea posible.

Apenas entro a mi casa lo primero que hago es arrojar mi mochila lejos, me saco las zapatillas y las dejo aún lado del sofá, subo las escaleras a un paso lento y perezoso y meto mis manos dentro de mi playera para sacar mi sostén por debajo de ella, cuando logro hacerlo me siento libre. Arroja esa molesta cosa al suelo y sigo mi camino hasta mi habitación, me digo que luego recogeré todo, que primero necesito dormir, así que abro la puerta de mi habitación, escaneo el lugar rápidamente y me adentro a el. Cuando cierro la puerta y centro mi atención a la cama, me congeló.

Hay alguien allí.

¡Alguien entro a mi maldita habitación!.

Por un segundo, no hago nada. Me quedo quieta en mi lugar mientras que la figura frente a mi ni siquiera se mueve. Esta sentado sobre mi cama, con las piernas abiertas y los brazos, fuertes y marcados, a sus costados. No puedo ver su cara debido a la oscuridad, lo único que logro ver es su silueta, grande y ligeramente encorvada. Él no se mueve, no dice nada. Yo tampoco lo hago, estoy tratando de asimilar está situación. ¿Cómo diablos hizo para entrar aquí? ¿quién diablos es?.

Cuando mi cerebro al fin conecta dos neuronas, me giro lo más rápido que puedo sobre mis talones y tomo el pomo de la puerta, apenas y llogró abrirla un poco cuando la persona que ha usurpado mi casa se coloca detrás de mi. Su mano pesada cierra la puerta de un golpe, suelto un grito ahogado cuando él agarra ambas de mis manos y las coloca sobre mi cabeza, impidiendo que me mueva. Pataleo y trato de zafarme de su agarre, pero él es mucho más fuerte que yo. Su torso se pega a mi espalda y su otra mano presiona mi cuello, no lo hace con fuerza, sin embargo ejerce la suficiente presión como para mantener mi cabeza quieta.

____ ¿¡Quién diablos eres!? - Grito. No estoy asustada, a pesar de la situación, no tengo miedo. Sólo quiero que me suelte y así poder romperle la nariz a este tipo por colarse en mi casa sin permiso.

_____ ¿No me reconoces, ángel? - Su voz sale en un canturreo bajo. En cuanto ese estúpido apodo abandona sus labios sé de inmediato de quien se trata. Sé de inmediato quien es.

_____ ¿¡Qué diablos haces, Abraham!? - Farfulló, con los puños apretados y la voz llena de furia. - ¡Suéltame! ¡Suéltame o voy a golpearte! - Advierto, revolviendome como un gusano debajo de su cuerpo.

Lo escucho lanzar una carcajada ronca y profunda. Baja la mano que sostiene mi cabeza y la coloca en mi cadera, obligándome a echar el cuerpo ligeramente hacía atrás, entonces pega del todo su cuerpo, caliente y fuerte, al mío. Su cabeza se abre camino hacía mi cuello, y cuando estaba lo suficientemente cerca de mi oído, susurra;

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