Cambio de planes.

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Capitulo quince: Cambio de planes.


 

 
Observe al hombre frente a mi y heché mi cuerpo hacia atrás de modo que mi espalda quedo recostada sobre ese carísimo sofá. Él me miró. Una sonrisa largüirucha y asquerosa recorriendo toda su cara. No se veía molesto, feliz, o enfurecido. Lucia como una persona increíblemente arrogante que creía tener el mundo a sus pies.

Que más quisiera este. Si supiera que a mi no me tiene agarrado ni de un meñique. Capullo.

__ Bueno, Mateo, creo que nosotros tenemos unas cuentas cosas que aclarar. - Su voz salió divertida, como si acabaran de contarle un chiste.

Yo me encogí de hombros y lo miré.

__ Ya lo creo, deberías comenzar con contarme qué diablos buscas con esa chica. - A diferencia de él, mi voz salió seria. Fría. Amenazante.

Su ceño se frunció y se enderezó sobre su asiento. Apoyo los codos sobre su escritorio y me dedico una mirada seria.

__ Eso aún no te concierne. - Espectó.

__ En realidad si lo hace, soy yo quien tiene que andar detrás de esa cria todo el tiempo. Soy yo quien tiene que tomar su confianza. Soy yo quien tiene que romperle el maldito corazón así que me dirás por qué diablos ella es tan importante para ti.

__ ¿O qué? - Elevó una ceja en mi dirección de manera desafiante.

Me encogí de hombros y me tomé mi tiempo antes de responder.

__ O renunció.

Simple. Sencillo. Sin vueltas y sin amenazas. 

Aunque aquello pareció molestarle muchísimo. Los puños de Robert se apretaron con fuerza y fijo sus ojos en mi. Veneno eran lo único que estos destellaban.

__ No puedes renunciar a esto. - Me advirtió.

__ Puedo hacer lo que me de la jodida gana.

__ ¡No conmigo!

__ Contigo y con todos. - Gruñí. Eché mi cuerpo hacia adelante y lo mire expectante. - No me das un jodido miedo, así que no te quieras pasar de listillo. - Le advertí.

__ Renuncia y haré que te maten. - Espetó.

__ Tú cabeza será la primera que rodara si llego ver que alguien se me acerca. - Lo amenacé.- ¿Acaso olvidas con quién hablas?, no soy uno de los maricas con los que te relacionas, tus amenazas no me mueven ni un pelo, así que será mejor que cuides tus palabras si no quieres que ahora mismo te rompa el maldito cuello.

Su cuerpo se tensó, me dedico una mirada amenazante. Se enderezó sobre la silla y miro directo a mis ojos, retándome a apartarlos o arrepentirme de lo que había dicho pero eso jamás sucedería.

Conocía a Robert a la perfección, incluso más de lo que él creía. No hago tratos con cualquiera, no ofrezco mis servicios a cualquiera y mucho menos me dejo ver por cualquiera.

Robert era una persona fácil de manejar, al menos para mi, sabía con quien se relacionaba, los trabajos que hacía y la gente con la que peleaba. Sabía incluso las personas que eran mínimamente importante para él o a quienes recurriría si se metiera en problemas. Era poderoso, vaya que lo era, tenía contactos hasta con la mismisima policia y gente del mundo tercermundista, abogados, políticos y esas mierdas, pero era una persona tan fácil de hundir. Dejaban muchos cabos sueltos y no sabía como lidera con situaciones terroríficas o difíciles. Si algo se les iba de las manos dejaba que alguien más lo solucione por él y ese nunca era un buen plan.

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