Sin máscara.

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cuarenta y seis: Sin máscara.

BLUE.

Ni siquiera tuve que abrir los ojos para saberlo, porque en el momento en que los estaba cerrando, mientras veía la cara de la persona de la que me enamoré, lo supe.

Esa noche, cuando pensé que al fin había alcanzado a Abraham, me di cuenta de la horrible realidad. Una persona como él, que siempre se había mostrado tan real desde el principio, no podía enamorarse de mi. No podría enamorarse de nadie.

Porque en el momento que cerre los ojos, lo sentí: Algo se rompió entre nosotros. Se rompió de una forma tan silenciosa, sin hacer ruido, que estoy segura de que ni siquiera él lo notó. Simplemente se rompió. Para siempre.

Y no volvería a repararse jamás.

Aún tenía el cuerpo dormido cuando abri los ojos. Sentía mis brazos entumecidos y mis piernas hormigueaban. El aire fresco me dio en la cara y desee llevar algo más que aquella asquerosa camiseta que no me pertenecía y unos pantaloncillos cortos.

Mire a mi alrededor, todo estaba oscuro, la frescura del pasto rozaba mis piernas desnudas, seguramente ocasionandome rojes e irritación, debido a que siempre había sufrido de una piel muy sensible.

Trate de concentrarme en el ahora y no en el hecho de que la cabeza no dejaba de zumbarme, el cuerpo no me reaccionaba como me gustaría y mi vista seguía ligeramente borrosa.

A lo lejos pude oír voces, o tal vez estaban muy cerca, no podía saberlo con exactitud debido a que todo a mi alrededor parecía dar vueltas y los oídos no paraban de pintarme, como si aún estuviese bajo los efectos de los sombiforos que Ab... Que aquella persona me subministro.

De pronto unas luces se encendieron cegandome por completo y aturdiendome aún más. Achine los ojos y trate de acostumbrarme a aquella cegadora luz.

____ Mira a quien tenemos aquí, si no es nada más que mi lindo Ángel, ¿O debería llamarte preciosa?

Una voz que no conocía de nada habló. Trate de enfocar mi vista en la persona que, al parecer, se había parado frente a mi. Su voz estaba cargada de un venenoso rencor... Hacia mi.

No dije nada, el corazón me latía de manera desenfrenada sobre el pecho. Estaba aterrada, no soy alguien que tenga que estar metida aquí. No pinto nada en este lugar, rodeada de autos en plena oscuridad como si fuese una película de matones, de rodillas en el suelo y con un hombre frente a mi vestido como el jodido Jonh Winck.

Quiero irme a casa. Con él.

Pero sé que eso no va a pasar, sé que, al final de este día, sólo voy a tenerme a mi misma.

Cómo siempre ha sido, aunque él me haya hecho creer lo contrario.

____ Debo admitir que estaba demasiado impaciente por tenerte, lamento si esto te ha tomado por sorpresa, pero no voy a hacerte daño, ¿Vale?... No ahora. - Juró que ví una sonrisa en su asqueroso rostro.

El hombre frente a mi era alto, con el cabello rapado y el cuello repleto de tatuajes, llevaba un traje que le quedaba ridículo, como si quisiese aparentar ser alguien que no era, y se estaba fumando un puro, sosteniendolo en la punta de la boca como si aquello lo hiciese más interesante.

Quise reírme de lo ridículo que se veía pero estaba segura que aquello no me convenía.

Porque a pesar de lo ridículo que se veía emanaba un aura intimidante, y sabía que aquellos hombres que se situaban detrás de él como si fuesen los hombres de negro lo obedecerian sin dudarlo si decía que me matarán.

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