Capítulo 17

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I

Era extraño volver a estar inmerso en la niebla luego de tanto tiempo en esa casa, pero no era una sensación negativa. Volver a estar en movimiento se sentía bien, especialmente para los músculos.

El problema estaba en que todo parecía amenazante. No habíamos visto criaturas hasta ahora, pero, a medida que nos acercábamos al centro del pueblo, la niebla se hacía más densa y era difícil respirar con normalidad. La humedad había pegado la ropa a nuestra piel y el frío nos obligaba a mantenernos en movimiento para seguir generando calor.

En la zona comercial fue cuando las cosas cambiaron. Las tiendas estaban en estados deplorables. Se notaba que habían roto las puertas o las vitrinas para entrar, pero no se veía que hubieran sacado muchas cosas de ellas. Eso no podía ser una buena señal.

Guiado por instinto, me deslicé hasta quedar escondido por uno de los pilares de la tienda más cercana. Vera abrió la boca para decir algo, pero le hice callar tapando su boca con la palma de mi mano. Un poco más allá, y acompañado por el ruido húmedo de la carne friccionando contra el asfalto, la misma cosa que había matado a Theo y había aparecido en mi sueño.

La piel de Hazel se tornó pálida como el papel y se escondió junto a nosotros, sin atreverse a mirar. La criatura caminaba en nuestra dirección, con un vaivén de su cuerpo que era casi hipnótico. Arrastraba los pies y profería leves gemidos inhumanos al aire, luchando contra la membrana húmeda que atrapaba sus miembros a su cuerpo.

—Tenemos que dar la vuelta y rodearlo —dije, asomando mi cabeza a penas para poder verlo.

—No podemos —dijo Vera, señalando por sobre su hombro a otra criatura idéntica que se acercaba por ese lado.

Nos habían atrapado. No podríamos salir de allí vivos, no los tres. Tenía que lograr que se alejaran de ellas para que pudieran seguir avanzando y así llegar a la escuela. No era que necesitara ya viva a Hazel, pero ella podía mantener a Vera a salvo hasta llegar al hotel. Sólo tenía que alejar a esas cosas de ellas para que pudieran continuar.

Tomé a una temblorosa Hazel por los hombros y la forcé a mirarme a los ojos.

—Yo los distraeré, pero necesito que lleves a Vera contigo hasta la escuela. ¿Puedes hacer eso? —Ante su asentimiento, suspiré con brusquedad y la solté para dirigirme a Vera—. ¿Puedes decirme cómo llegar por mi cuenta?

—Tienes que seguir por esta calle hasta el final. Cuando atravieses por frente al hotel, deberás doblar en la avenida hacia el centro. Por allí deberías llegar sin problema.

Se notaba que no le agradaba la idea de dejarme ir solo, pero sabía que no teníamos otra opción. Vera podía estar sumida en la locura, pero no era tonta. Era este plan o que los tres muriéramos.

Tomé un impulso y atravesé la calle, llamando la atención de ambas criaturas que unieron sus gargantas en un chillido animal. Con una velocidad impropia de ellas, se arrastraron hacia mi lugar justo cuando entraba en la tienda de electrodomésticos, ladeando sus cuerpos de un lado a otro. Vi por sobre mi hombro como Hazel llevaba a Vera de la mano hacia la tienda de acampar y se perdían detrás del mostrador. Yo, por mi parte, hice lo mismo y salté la mesa de metal para llegar a la puerta del personal. El pomo estaba oxidado y roto, pero la puerta había sido forzada antes de que llegáramos. La crucé y tuve que cubrir mi nariz. El olor a descomposición era demasiado fuerte en ese sitio y la razón estaba sentada en un rincón, con el pecho abierto y una pierna faltante. Aún se notaba la expresión de horror en su rostro, como un grito inmortalizado en un cuerpo podrido.

No tenía tiempo para detenerme. Corrí por el pasillo y golpeé la puerta de al fondo, esperando que se abriera sin éxito alguno. Tomando impulso, di un par de empujones más, escuchando la succión de los pasos de los monstruos dentro de la tienda.

Sombras en la NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora