Capítulo 3

727 112 29
                                    

I

Estábamos estáticos, sin saber que hacer o decir. Los ruidos llegaban hasta mí de forma amortiguada y tenía la respiración completamente contenida. Lo único que pasaba por mi mente en ese momento era "¿qué demonios?".

De todos los escenarios posibles de esa ceremonia, jamás imaginé que Maya pudiera aparecer... viva. Su muerte había cruzado tantas veces mi mente, que ya ni recordaba no haber pensado en otra cosa. Yo encontrando su cuerpo entre raíces y hojas secas. Yo encontrando alguna parte de su cuerpo, cubierta por su piel suave y tersa, como siempre la había imaginado. Restos de sangre seca, prendas perdidas en los arbustos. Pero nunca, nunca, había imaginado verla en ese momento, frente a mí, tan quieta como yo me imaginaba estar.

Pax intentó hablar, pero estoy seguro de que no logró más que un par de gemidos o letras sueltas. Estaba tan en shock como lo estaba yo, pero no podía imaginar que estaría cruzando por su mente.

Guiado por un impulso primitivo, comencé a caminar con serenidad en su dirección, intentando no llamar de más la atención de quienes estaban en ese lugar. Quería correr para evitar que se escapara o desapareciera de mi vista, pero no quería que los demás supieran de su presencia y no sabía el por qué exacto de ese pensamiento egoísta.

Si decía que estaba ahí, seguramente todos irían a ver qué ocurría y ella podría ser salvada o por lo menos decir donde estaban los otros. Pero entonces, toda oportunidad de saber lo que estaba ocurriendo en realidad se escaparía de mis manos. Algo me gritaba en el oído que tenía que seguirla, que ella me llevaría a donde quería ir.

Los ojos sin vida de la chica se encontraron con los míos cuando estaba a un par de metros de ella. Entonces, se echó a correr. La seguí sin pensarlo, con Pax pisándome los talones mientras me pedía que me detuviera. Sus jadeos llegaban a mí por encima de los míos sin problema alguno, pero mi mente estaba al cien por ciento en la silueta femenina que se alejaba con rapidez. Corría incluso más rápido que yo, como si su resistencia física y musculatura hubiese mejorado en el año que estuvo desaparecida.

Me detuve de pronto, cuando la perdí de vista. Barrí el lugar con mis ojos, pero la tupida niebla no me dejaba ver más allá de un metro de distancia. Incluso los troncos se ocultaban de mis ojos. Estaba perdido en medio del lugar más peligroso del pueblo.

Giré sobre mis pies en trecientos sesenta grados, pero no logré divisar a Pax por ninguna parte. Él también se había perdido y seguramente por mi culpa, por haberme seguido hasta aquí. Pero no había sido una ilusión, él también la había visto conmigo.

Maldije en voz baja y grité su nombre, pero sólo un silencio sepulcral me devolvió mi ruido. Ahora sólo sabía que estaba sólo, inmerso en la oscuridad que me rodeaba.

No iba a negarlo, esto no era un buen escenario. Las historias que se contaban no eran creíbles del todo, pero toda historia macabra tiene un inicio real y esta no podía ser la excepción. Si las personas desaparecían en grupos por aquí no era debido a una ida a acampar. Algo tenía que ser, una razón dentro de la lógica.

Sin dejarme llevar por la situación, comencé a retroceder sobre mis pasos. Si seguía en línea recta, entonces seguramente volvería a la seguridad del pueblo. Pero no recordaba si había corrido en línea recta o hacía donde había ido con exactitud. Estaba perdido y solo, era una realidad innegable.

II

Llevaba un par de horas caminando o quizás menos. El tiempo es efímero cuando uno está perdido y yo lo estaba en ese momento.

Arrastraba los pies por el lodo y mi respiración se condensaba en el aire justo luego de abandonar mi boca. Incluso la ropa se me había pegado a la piel por la humedad que daba la niebla que lo rodeaba todo.

Sombras en la NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora