Capítulo 12

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I

21 de febrero, 2016.

Estaba lloviendo, a cantaros. Se podía oír el viento golpeando las ventanas y se veían las gotas bañando los cristales. La casa de las hermanas estaba cálida por la chimenea que estaba frente al grupo, los que jugaban cartas con expresiones desinteresadas.

—Tengo hambre —se quejó Jonah, el novio de Emma.

—Creo que hay algo en la despensa, iré por ello —dijo Erika, anticipándose a la hospitalidad de su hermana mayor.

La inescrutable Vera, simplemente asintió y jugó la siguiente carta, ante la atenta mirada de Maya, quien no parecía querer perder ante ella.

Siempre había habido una rivalidad entre las dos chicas, tan opuestas como el agua y el aceite. Sin embargo, siempre se había rumorado entre los restantes miembros del grupo que había algo más allá de sus personalidades y apariencias tan desiguales.

—Podríamos ver una película de terror, en vez de estar perdiendo el tiempo en esto. —Pax lanzó sus cartas a la mesa y se recargó hacia atrás, mirando de reojo a la hermana mayor, expectante a su aprobación.

—No lo creo. Chase es un cobarde —se mofó Jonah, lanzándole un montón de cartas al aludido, quien bufó como un animal y dejó su mano sobre la mesa de centro.

Las únicas que continuaban jugando eran las dos chicas. Erika había vuelto con la comida y todos se habían lanzado a ello, mientras entre ellas surgía una guerra de miradas. Yo era el único pendiente, buscando cosas que conocía de memoria en los movimientos de Maya.

—Bien, supongo que es una buena idea. —Vera se encogió de hombros y dejó las cartas sobre la mesa, mostrando una mano perfecta. Maya no pudo ocultar su molestia al fruncir los labios y Vera se levantó del suelo, sin mostrar ni una mueca de satisfacción.

Las largas piernas de ella se movieron hasta estar a mi lado, en el sofá. Sentía cada uno de sus movimientos, como un depredador frente a su presa. Como se recargaba hacia un lado cuando cruzaba las piernas o como sus ojos dirigían miradas hacia mi sitio, analizando mis movimientos.

Sentí la gélida mirada de Pax, pero no le di importancia. Ambos sabíamos que yo sabía sobre su encaprichamiento con ella y que no tenía ningún interés en hablar más de lo necesario con Vera. La verdad, nunca había sentido la necesidad con ninguno del grupo que no fuera Maya. A veces, pensaba que simplemente estaba allí por inercia, todos presa de la costumbre con la que nos había criado. O, quizás, estaba allí por ser amigo de Pax. Nada menos, nada más.

—Pondré la cinta —dijo Emma, levantándose del suelo y sacudiendo las manos en sus pantalones.

Chase y Jonah comenzaron a lanzarse cartas mientras la novia del segundo apagaba las luces y ponía el dvd en el reproductor. Entonces, cuando la película comenzó, todos se sentaron repartidos por el lugar y pusieron atención a la pantalla. Pero, no todos lo hacían realmente. Sentía una mirada penetrante en mí, abrasadora como una fogata. Cuando giré el rostro, Vera me observaba con una expresión que nunca supe descifrar.

¿Qué había significado esa mirada?

II

¿Qué había significado esa mirada?

No sabía por qué, mientras Vera me reconocía que siempre había sabido sobre mí, esa noche volvía a mi memoria. Vera me había lanzado miradas extrañas toda la película, especialmente en las partes donde todos se cubrían el rostro y gritaban groserías al aire, entre risas nerviosas y llantos de miedo.

Sombras en la NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora