Capítulo 5

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I

La cabeza me dolía un montón desde que me había levantado del suelo. El golpe había sido lo suficientemente contundente como para hacerme perder el conocimiento. Por lo menos la sangre ya se había secado y ellos me habían dado algo de agua, al igual que una habitación al otro extremo de la casa, de tal manera que, si intentaba escapar, tendría que pasar por frente a sus habitaciones.

La casa estaba manejada para que nadie pudiera entrar ni salir con facilidad, sólo desde la entrada principal. Ambos dormían justo frente a la escalera para detectar ruidos y mantenían todas las puertas con llave. Si alguien o algo entraba por el segundo piso, entonces tendrían que lidiar con una puerta cerrada antes de poder llegar a ellos.

Tenían armas que habían sido improvisadas con el tiempo, como el fierro de la chimenea. Hazel prefería algo de rango y Theo no podía atacar, pero de todos modos tenía una navaja oculta entre su ropa.

—Deberías descansar por lo menos por hoy —dijo Hazel, terminando de arreglar la cama que utilizaría—. Todos tenemos hambre, pero serías una carga si sales en ese estado.

—Estaría en mejor estado si no me hubieras golpeado la cabeza —señalé.

Ella sólo apretó los puños y se dio la media vuelta, con una expresión que no pude identificar. La observé alejarse, hasta que se detuvo en la puerta e inspiró con fuerza.

—Te dejé agua en una botella y una tinaja, para que puedas asearte. No tenemos ropa para darte, pero mañana podemos buscarla junto con la comida —murmuró, para luego terminar de irse.

Me quedé estático en mi sitio, observando para todos lados. Había una pequeña cama en una esquina y un armario entreabierto con polvo acumulado, el cual estaba vacío. En un rincón, estaba la tinaja de la cual Hazel me había hablado y la botella sobre la mesita de noche. Una pequeña puerta daba a un baño donde sólo había un inodoro y un lavamanos que supuse no funcionaría, pero que usé de todos modos.

Comencé a quitarme la ropa con lentitud, como si mis movimientos se hubieran vuelto en extremado torpe. Incluso mis demonios estaban en silencio, expectantes. Cada parte de mi anatomía dolía y se quejaba, como si hubiera estado horas ejercitando. Tenía heridas que no recordaba en mi piel y tierra en todas partes.

No tardé en estar limpio, volviendo el agua de un color que rayaba en lo repulsivo. La sangre seca y la gran cantidad de polvo que tenía bajo la ropa quedó en ella, al igual que el resto de mis energías.

No tardé en meterme desnudo entre las roídas sabanas, buscando un descanso que vino, pero en forma de pesadillas, donde la criatura de cabeza de ciervo experimentaba mis deseos oscuros en mí.

II

Al día siguiente, tenía los músculos agarrotados y un dolor de cabeza constante, pero débil. Habíamos salido a primera hora de la mañana, esperando no encontrarnos con algo a lo que ellos tenían miedo. No pregunté por el tipo de la cabeza de ciervo, ya que sentía que no me creerían si les contaba. Tenía que parecer alguien confiable, no todo lo contrario.

La ropa se había puesto tiesa y molesta de usar. Olía muy mal, independiente de que yo me sintiera medianamente limpio. Era como estar fuera de lugar en tu propia piel y eso me mantenía más irritable de lo normal, por lo que no estaba poniendo atención a lo que Hazel y Theo decían mientras caminaban tomados de la mano por el callejón que cruzábamos.

Estaba intentando mantener mis sentidos alerta, buscando la mínima señal de que había una presencia allí afuera. Lo que fuera que le hubiera hecho esas heridas a Hazel, no debía ser nada pacifico.

Sombras en la NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora