Capítulo 15: Tú chico.

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— Obvio que no estoy molesta con ustedes, chicas —aclaro con rapidez.

— ¿Entonces por qué nos evitaste toda la mañana? —cuestiona Naza.

Suspiro. No las evitaba, solo me sentía mal y quería estar sola.

— No las evitaba —afirmo—, solo quería estar sola.

— ¿Sabes que cuentas con nosotras para todo? —pregunta Rachell, sonriéndome.

Asiento, devolviéndoles la sonrisa.

— Lo sé —afirmo con una gran sonrisa.

Ellas me dan ese refugio que tanto he necesitado. Siento que debo ser sincera con ellas. Ninguna me va a juzgar.

— Te amamos, amiga —asegura María, sonriente; luego se abalanza sobre mí.

Todas la siguen y me abrazan con fuerza. Las necesitaba tanto. Por eso estoy segura de que contarles todo es lo mejor.

— ¿Qué harán esta noche? —pregunto, zafándome de su agarre con suavidad. Les contaré todo.

— Yo no haré nada —dice Rachell. Las otras la siguen.

— ¿Qué tal pijamada en mi casa? —sugiero, comenzando a caminar hacia la puerta del salón. Ellas me siguen.

— Genial, yo llevo las palomitas —se ofrece Nai.

— Y yo los refrescos —continúa María.

— Yo me encargo de las frituras —la sigue Rachell.

— Bien, entonces las espero a las ocho en mi casa.

Miro hacia el frente. Nos acercamos a la entrada. Mi corazón comienza a martillear con fuerza dentro de mi pecho. Estoy nerviosa. No sé cómo reaccionarán las chicas al verme con Mikhail, y mucho menos la mitad del instituto.

Cuando por fin estamos en la entrada, observo la gran multitud que se encuentra arremolinada en el patio central.

Observo a mi hermano recostado en su auto charlando con su grupo de amigos. Las zorras del colegio se encuentran en su usual espacio de concentración. Mi respiración se detiene al ver la camioneta de Mikhail estacionada en medio de todo el patio.

Los vidrios son polarizados por lo que las personas intentan husmear a ver quién es, pero sus intentos son fallidos ya qué no es posible.

— ¿Y esa camioneta qué? —cuestiona Naza, mirando con curiosidad.

Las miro. La única que sabe de quien es la camioneta es Rachell. Ella me mira con una sonrisa perversa. Ruedo los ojos bajando las escaleritas que llevan al final.

Estamos paradas a unos diez metros de la camioneta. Miro a las chicas mientras le doy la espalda a la camioneta.

— ¿No irás con nosotras al centro comercial? —pregunta María, mirándome con curiosidad.

Niego, mordiéndome el labio con ansiedad.

— No. Quizás mañana —sugiero, acomodándome el bolso en el hombro.

— ¡Virgen santísima! —expresa Nai—. No puedo creer que esté aquí.

Todo el mundo mira a mis espaldas y por un momento me da miedo mirar. Elijo no pensarlo demasiado y me doy vuelta.

Mikhail y Shawn parecen dos ángeles caídos del mismísimo cielo. ¿Cómo se puede ser tan hermoso con un uniforme puesto? Yo con el mío parezco un aborto de iguana.

— ¡Oh por Dios! —chilla una chica a nuestro lado.

Las observo, son tres de último año.

Otra de ellas suelta un silbido pícaro.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now