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Era bien temprano y ya mi padre y yo habíamos echo la entrega de la casa, como motivo de celebración me invitó a desayunar para así conversar y ahí aprovecharía de decirle sobre mi mudanza.

—Tu madre estaría orgullosa de todos tus logros. — dijo mi padre.

—Gracias papá. — dije sonreída, dándole una probada a mi capuccino desviaba la vista a otro lado, ya que la mirada penetrante de mi padre me intimidaba, era capaz de leer mi mente.

—Y cuéntame, ¿en qué vas a invertir el dinero?

—Bueno papá... Sobre eso... — balbuceaba de repente. — el dinero...

—¿Hay algo que quieras decirme?

—¿Muy evidente? — mostré mis dientes.

—Demasiado. — se burlaba. — cuéntame, que ocurre.

—Lo que sucede es que... — mi mente estaba entre diselo ya y lo vas a lastimar. — lo he invertido en un mini departamento.— dije entre dientes.

—¿Disculpa? No te escuché.

—Si me escuchaste. — inquirí nerviosa.

—¿Es por ello el motivo de tus nervios y ansiedad? — asentí con la bebida en mi boca. — Ya lo sabia.

Sería una falta de educación expulsar el trago de mi boca, me sorprendió, tragué y pregunté.—¿Cómo?

—Tu hermana.

—Pequeño demonio. — murmuré. — bueno papá que piensas al respecto.

—¿Quieres que te diga lo que pienso? — dijo sereno, en realidad estaba con una total calma desde que le había dicho y eso me ponía aún más nerviosa, el no suele ser así. — Primero que me alegra mucho que ya tengas tu propio espacio, lo que me llena de dudas es porque tardaste en decírmelo?

—Por miedo tal vez.— sinceré.— miedo hacerte sentir mal porque ya no estaré en la casa.

—¿O miedo de sentirte sola en tu mini departamento?

No lo había pensado, iba a vivir sola, no lo iba a ver diariamente y aunque el visitarlo podría consolarme, no era lo mismo que verlo todas las mañanas al despertar.

—¿Cuándo adquiriste el apartamento?

—Hace dos meses.

—¿Dos meses? ¿Dos meses sin habitarla?

—He ido a darle algunas vueltas y llevar algunas cosas que he comprado. Pía me ha acompañado en varias ocasiones.

Con una sonrisa negaba. — ¿Puedo conocerla?

—Por supuesto papá. — dije de inmediato. — si quieres vamos ahora.

—Esta bien. Vamos.

•••

Cuando entramos papá observaba todo, desde lo más insignificante hasta lo más importante.

Entraba a la cocina, luego al cuarto y después al baño , revisando e inspeccionando.

—Necesito darle mi visto bueno. Y lo que he visto me ha gustado, es pequeña pero cómoda. Aunque...— cruzado de brazos dándose golpecitos en la quijada con su mano me dijo.— es muy pequeña para los niños, no podrán correr y...

—Espero estés hablando de los hijos de Esperanza.– interrumpí de inmediato. — porque eso todavía no está en mis planes

—¿Va a venir a vivir Alonzo acá? — salió a relucir el padre sobre protector.

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