Hermano II

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Era el llanto de las niñas lo que me despertaba en las mañanas, Esperanza seguía durmiendo por lo que a mí me correspondía atenderlas para luego llevárselas a su madre para que les dé de comer.

Tallando un ojo me desperezaba un poco mientras hacía estiramiento, cogiendo un respiro me digne a levantarme para ir hasta donde ellas dormían.

Ally, era la más tremenda, por así decirlo, era la que más comía, la que más lloraba y también la que más hacia sus necesidades, en cuanto a Emma, era diferente, para ser gemelas ambas eran muy diferente, aún así cada día las amaba más.

Emma seguía durmiendo por lo que decidí no tocar su cuna, solo la observaba de lejos para asegurarme de que así era, en cuanto vi que su pechito subía y bajaba con total calma sonreí, agarrando a Ally la sostuve entre mis brazos para arrullarla y que se calmara un poco, lo obtuve casi de inmediato, revisando cuidadosamente su pañal me percaté de que no estaba sucia así que el producto de su llanto es por hambre, le daba varios besitos a su frente mientras me encaminaba a la habitación, Esperanza ya estaba en posición para amamantarla, aunque hacía lo imposible por no dormirse.

Una vez que la coloque en sus brazos me recosté un rato en la cama, aún era muy temprano para ir a trabajar.

—¿Emma sigue durmiendo? — me preguntó luego de bostezar. — no muerdas bebé. — se quejaba un poco

—Si, la revise y estaba durmiendo.— dije entre dormido y despierto

—Eso me preocupa amor. — dijo inquieta, aquello me hizo espabilar un poco

—¿Por qué?

—Creo que no es normal que un niño duerma tanto. — comentaba. — y Emma pasa la mayor parte del día durmiendo, solo come y duerme.

—¿Has llamado a la pediatra?

—Programé una cita para mañana.

—Bueno, no te preocupes. Mañana vamos. — me levante de la cama — voy a buscarla.

—Esta bien amor.

De regreso a la habitación estaba con Emma en brazos, se removía entre ellos pero seguía durmiendo, recostado en la cama se la puse al lado de Ally, Esperanza las acomodaba para tenerlas en una posición que cada una amamante.

—Ya se está despertando. — dije en cuanto la vi amamantar y abrir de a pocos sus ojitos.

—Descansa amor. Te despierto cuando esté listo el desayuno.

No escuche más bulla sino cuando mi teléfono sonaba, con un gruñido lo busque, al ubicar el número me desperecé 

—Gustavo, buenos días. Es Manuel.

—Se que eres tú.— dije bostezando. — cuéntame.

—¿Recién te estás despertando?

—Cuando eres jefe despiertas a la hora que quieras. — escuche su risa de fondo.

—Bien. Te felicito. ¿Que te parece vernos más tarde?

—No hay problema.

Amor a desayunar. — el grito de mi esposa

—Y por favor aún no comentes nada sobre mi, ya sabes.

—No te preocupes, nos vemos más tarde.

Al momento de colgar Esperanza apareció en la puerta mirándome.

—¿Con quién hablabas?

—Con... Juan.— balbuceé esperando que ella no se diera cuenta, su mirada me hizo entender que no me creyó pero no dijo nada.

—A comer.

Pobre de mí si se llegase a enterar de esta pequeña mentira

••••

Era la segunda vez que me iba a encontrar con Manuel y aunque me sentía mal por mentirle a Esperanza, dentro de si cargaba una emoción por hablar de todo lo que no hemos podido, como los tiempos de antes, a pesar de que ambos tenemos ocupaciones diferentes

—Son muy bellas tus niñas. — dijo luego de que les mostrara una foto de ellas. — Que raro verte haciendo tu papel de padre.

—No es sencillo, y son dos bro. — recalcaba.— pero son lo mejor que me ha pasado

—Como todo padre primerizo.— se burlaba. — Cuéntame. ¿Qué tal las cosas por acá?

—Nada ha cambiado, nosotros hemos crecido pero todo sigue igual. Cuéntame tu, que ha sido de ti en todo este tiempo. ¿Estás casado, tienes hijos?

—No, para nada. — dijo con una sonrisa. — Estoy esperando a la indicada.

—Me alegra saberlo, después que te marchaste hubo un rumor en el que te ibas a casar con Magda.

Una risa carente de humor brotaba de su garganta. — ¿Me crees capaz de eso?

—Nunca lo creí. Me alivia saber que no fue real.

—Hace días fui a visitar a mi madre y mi hermano.—me mencionaba tamborileando sus dedos sobre la mesa. — y la vi saliendo de su casa

—¿Fuiste a saludarla? — pregunté

—Todavía no es el momento para que nos veamos.

—Me vas a disculpar Manuel, pero perdiste ese privilegio hace muchos años. — dije con una mueca en mis labios.

—Mi ausencia fue necesaria, poco a poco entenderás. Estuve ausente de todos pero jamás de ella.

—No te entiendo.

—En sus triunfos y fracasos estuve, solo que observándola de lejos. — uniendo sus manos soltaba un suspiro para acomodarse en su asiento. — Cuando su madre falleció, la vi y estuve a punto de ir tras ella pero me contuve. Debía hacerlo. — con sus nudillos dio un pequeño golpe a la mesa. — ¿Ese idiota continúa con ella?

—Pues si, todavía están juntos.

—Pero no lo ama. — afirmaba.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Solo lo sé.

—¿Qué estás pensando?

—En estos momentos nada, pero ella no es para el.

—No cometas una locura.

—Tranquilo.

—Ella está feliz con el Manuel.— le indiqué.— y perdóname si estoy siendo muy duro con mis palabras, pero ella ya te ha olvidado.

—Lo que sucede es que todos miraron el exterior pero jamás el interior

—¿Ahora vienes dispuesto a todo? — me atreví a preguntar.

—No, es algo difícil de explicar, pero serás el primero en saberlo.

—¿A qué te estás dedicando? — tuve que cambiar de tema, me estaba incomodando.

Con una sonrisa respondió.— Finanzas. ¿Qué te parece si nos tomamos unas copas? Por este reencuentro.

—Si llego a casa oliendo a alcohol la cuaima me hará dormir en el mueble. — ambos nos reímos

—Extrañé tu raro sentido del humor bro.

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R E L I G I O S A.Where stories live. Discover now