36 - Negociaciones

377 71 63
                                    

Sara me escuchaba con expresión inescrutable mientras le narraba los acontecimientos de la jornada. Apenas puse un pie en su departamento había preguntado sobre mi día, con fingida indiferencia, aunque el verdadero objeto de su interés estaba prácticamente escrito en su frente. Había estado estudiando y tenía varios libros y cuadernos abiertos sobre la mesa.

—...Tenemos la primera entrega grande la próxima semana, así que debemos avanzar lo más posible de aquí a la corrección del jueves. Mañana pensábamos trabajar en su casa, si no te molesta —concluí.

—¿Por qué no pueden trabajar en la universidad?

—Podemos, supongo, pero en su casa estaríamos más cómodos... y pensé que ibas a confiar en mí.

Sara bajó la vista y asintió con la cabeza.

—Claro. Solo preguntaba. Haz lo que quieras. —Se giró sobre su silla y volvió la vista a sus libros, como aprestándose a retomar el estudio.

Me acerqué a ella y acaricié su cabello. Ella me dejó hacerlo, pero sin responder con gesto alguno. Me acuclillé a su lado.

—Gracias Sara. Aprecio el esfuerzo que estás haciendo. —Giré su rostro hacia mí y le puse un beso en los labios.

—Tengo mucho miedo de perderte, Gabriel —dijo con voz triste. La abracé con cariño.

—No seas tonta —susurré.

Nos quedamos así hasta que mis piernas empezaron a protestar por lo incómodo de la posición. Me puse de pie. Ella me observó con expresión dudosa.

—Ahora que lo pienso, Danilo ofreció ayudarme con mi entrega de Taller. Pensaba pedirte ayuda a ti, pero ya que vas a estar tan ocupado con Adela... ¿te molesta si viene aquí?

—¿Danilo?

—Sí.

—Aquí.

—Sí.

—Contigo.

—M-hmm —me miraba con total inocencia.

—Obvio que no me molesta. Feliz de que te ayude. Qué amable de su parte —dije con los dientes apretados y una sonrisa que se sentía como intentar estirar una centena de elásticos a la vez. Me había atrapado. Al parecer Sara me estaba haciendo tomar de mi propia medicina.

—Súper, gracias. —Su ánimo mejoró al instante, lo que no me gustó nada.

—Por cierto, nunca me respondiste qué hacía él aquí el otro día —comenté casual, recogiendo una manzana del frutero y dándole una mordida.

—¿Qué crees? Consolarme.

—¿Consolarte cómo? ¿Por qué tardaron tanto en abrir?

Sara se quedó observándome con rostro pensativo. Una sutil sonrisa comenzó a dibujarse en sus labios.

—¿Estás celoso?

—¿Celoso yo? ¿De él? Pfff... ¡cómo crees! —dije escupiendo involuntariamente la mitad del contenido de mi boca— Es solo que... ese tipo me parece peligroso.

—¿Peligroso? —rio— ¡Estás loco, es un amor! Es lo más amoroso que hay. Ojalá fueras más como él.

Su comentario casi me hace morir asfixiado por un trozo de manzana. Le di un último mordisco, tiré el corazón al basurero y decidí cambiar de tema, porque ya me estaba cabreando.

—Oye, se viene el paseo del ombligo.

—¡Ah, sí! Vamos a ir ¿verdad? —se puso de pie de un brinco y tomó mis manos.

—Claro. O sea, normalmente no me interesaría, pero contigo la cosa cambia. —Besé el dorso de sus manos. Sonrió enternecida. «¿Ves? También soy amoroso».

—Genial. Estuve viendo los precios que mandó el centro de alumnos el otro día. Las cabañas para dos son un poco caras y yo ya gasté mucha plata ese mes... —Obviamente se refería al teléfono que me regaló—. Tendría que ser en una de las compartidas. O buscar por otro lado, tal vez un hostal, aunque dudo que consigamos mejor precio que los organizadores...

—De hecho... —titubeé cuestionándome la sabiduría de poner sobre la mesa lo que iba a proponer— ...de hecho tengo una oferta de alojamiento gratis.

Levantó una ceja.

—No te sientas obligada a aceptar, porque ya la rechacé preliminarmente y sólo aceptaría si estás de acuerdo ¿okey? Pero... Adela nos ofrece una habitación en la casa que arrendará con sus amigas. Es justo al lado de las cabañas. Lauren no va, en todo caso —apenas terminé de hablar cerré los ojos y hundí mi cabeza entre mis hombros, listo para escuchar esa granada explotar.

Sara consideró mi propuesta en silencio.

—¿Nos invita a ambos? —preguntó finalmente, en tono calmo.

—Lógico.

—¿Y tú quieres ir ahí... con ellas?

—No es que quiera. Como te dije, yo lo rechacé. Solo te avisaba que está esa opción.

—Pero sería un poco incómodo ¿no? No tendríamos mucha privacidad.

—En una cabaña compartida creo que tendríamos aún menos. Aquí supuestamente tendremos nuestra propia habitación, en todo caso.

—¿Pero sabes al menos cómo es la casa?

—No, la verdad no... deja preguntarle a Adela si tiene fotos.

Adela contestó casi inmediatamente a mi mensaje con un enlace a un sitio de arriendo de propiedades. Quedamos boquiabiertos. Había asumido que con "casa" se refería a una cabaña de varias habitaciones, pero lo que estábamos viendo era casi un mini-resort privado. Contaba con una espectacular vista al mar y habitaciones que ya se las querría un hotel de lujo. Sara y yo nos miramos impresionados.

—¿Y tú rechazaste esto?

—Es que no tenía idea...

—¡Acepta de inmediato!

—¡Ya estoy en eso! —tipeé tan rápido como mis dedos lo permitían. Adela respondió con tres emoticonos de pulgar hacia arriba y una carita riendo.

—¡Hecho!

—¡Wuuuu! ¡Nos vamos a la playaaaa! —exclamó aplaudiendo emocionada— ¡Nuestra primera escapada juntos!

—¡Será genial! —concordé con ingenuo optimismo.


------------ 👻👻👻👻👻 ------------


Bueno, eso salió mejor de lo esperado. Parece que Gabriel está en una buena racha. Esperemos que le dure... 

¿Alguna vez viajaste con toda tu generación en el colegio o universidad? ¿Qué tal fue la experiencia?

¡Un gran abrazo a todos y No olviden compartir, favoritear, comentar, compartir y recomendar! 

Próxima actualización: Viernes 4 de octubre

Selección MúltipleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora