8 - Propuesta indecente

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Luego del incidente de la cafetería, no pude encontrar a Sara por ninguna parte. Consideré enviarle un mensaje, pero luego de seis intentos fallidos por redactar algo coherente, decidí que este era el tipo de cosas que se hablaban a la cara. Ya tendría la oportunidad de verla en alguno de los cursos que teníamos en común. Probablemente lo mejor era dejarla en paz por algún tiempo. Ya se le iba a pasar. Además, haciendo memoria, no había dicho nada realmente malo u ofensivo de ella ¿verdad?

Aún sostenía el teléfono en la mano cuando recibí un mensaje de Héctor preguntando si seguía en pie nuestra clase de las seis, después del curso de Urbanismo. Francamente no andaba con ganas de darme de cabezazos contra su ignorancia esa tarde y estuve a punto de escribirle que la pospusiéramos —me haría bien un descanso, llevaba casi dos semanas sin parar y el desgaste me estaba pasando la cuenta, como mi pequeño exabrupto de la cafetería confirmaba— pero el pobre diablo necesitaba toda la ayuda que pudiera darle. Le confirmé que sí.

Entre tanto tenía un par de horas que matar, y consideré que esa tarde luminosa y tibia de invierno era un buen momento para comenzar a trabajar en el encargo de Araneda, el que viniendo del profesor más perro de la universidad, era sorprendentemente sencillo: presentar a lo menos diez croquis de espacios públicos exitosos y otros diez de espacios públicos precarios. Lento de hacer, seguro, pero difícil, para nada.

El lugar lógico para empezar a dibujar era el parque que quedaba a pocas cuadras de la universidad: un lugar magnífico con amplios senderos, árboles centenarios y abundancia de esculturas, fuentes, bancas y luminarias de época. Saqué con algo de dificultad mi block de dibujo desde mi casillero, que estaba permanentemente saturado de materiales, cuadernos, mi traje de Judo y hasta un saco de dormir con ropa de recambio para los inevitables trasnoches de mi carrera, y me encaminé hacia allá.

Una vez en el lugar, que estaba casi desierto salvo por la ocasional pareja paseando a su perro y uno que otro estudiante haciendo la digestión o trabajando en un encargo del curso de Dibujo, me senté en una banca al sol y cerré los ojos. Pese a lo helado del aire, sus rayos entibiaban mi piel y esa sensación, sumada a mi cansancio, hacían muy tentadora la idea de simplemente echarme a dormir. Repentinamente la imagen de Sara con su potecito de ensalada apareció en mi mente y arruinó el momento. Abrí los ojos y me apresté a comenzar para despejar mi mente.

Partí con algunas líneas generales en grafito para que el dibujo quedara más o menos bien estructurado. En el colegio era el mejor del curso cuando se trataba de hacer dibujos, pero en la universidad había descubierto que mi nivel podía calificarse a lo sumo como "competente", lejos del virtuosismo de varios compañeros. Compuse con esfuerzo el espacio dentro del rectángulo de papel blanco, cuyo reflejo bajo los rayos del sol era casi enceguecedor, y una vez que estuve más o menos conforme, extraje el tiralíneas para empezar a trazar los elementos del lugar. Era sorprendente cómo el tener que dibujar un espacio te obligaba a poner atención a detalles y patrones que la simple mirada, incluso si era atenta, no lograba identificar.

Tras largos minutos de trabajo concentrado, noté que había alguien a mis espaldas. Al voltearme me encontré con Adela de La Fuente parada tras la banca, mirando mi trabajo con curiosidad por encima de su bufanda fucsia, que junto a su gorro del mismo color, solo dejaban a la vista sus ojos celeste y un mechón rubio. Ella también llevaba un block bajo el brazo, aparentemente había tenido la misma idea que yo.

—Se te cayó un poco el dibujo en ese lado ¿o no? —dijo, indicando un costado de la hoja.

Miré el papel y, efectivamente, me percaté que todas las líneas hacia la derecha del dibujo estaban torcidas. Arrugué el ceño. Media hora de trabajo perdida.

—Cierto, gracias —dije, no completamente seguro de sentirme agradecido—. ¿Vienes a hacer el encargo de taller?

Ella me miró entre divertida y confundida.

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