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Parte 62

Era viernes finalmente, debo decir que Soomin por un momento pensó que la iba a secuestrar cuando la llevé hacia el auto. Y claro, me comenzó a hacer preguntas de por qué tenía el auto de Hyungwon y yo sólo le dije que lo había robado.

Sin que ella se haya dado cuenta entré a su habitación y comencé a empacar su ropa, confieso que me sentí un psicópata cuando vi su ropa interior.

Pero me sonrojo cuando pienso eso, así que, cambiando el tema, ahora mismo estaba conduciendo directo a Daegu y Soomin tiene mucha curiosidad de saber a donde la llevo.

—¿Ya llegamos? —preguntó.

—No.

—¿Ya llegamos?

—No.

—¿Ya?

—No.

—¿Y ahora?

—No.

—¿Y ahora?

—Soomin deja de comportarte como niña pequeña. No hemos llegado y no llegaremos rápido, acabamos de salir. —contesté.

Ella bufó.

—¿Puedo encender la radio? —asentí y ella comenzó a cambiar de estación.

Cambiaba hasta que dejó la canción Zimzalabim de Red Velvet.

—Amo esta canción. —espetó moviendo levemente su cabeza al compás de la música.

—Amas cualquier canción. —le respondí burlonamente.

—¿Y tú no? —dijo a la defensiva.

—No, sólo me gustan.

—Pero tienes favoritas ¿cierto? —parecía que nos acabamos de conocer.

Pero en verdad, jamás hablamos de esto. Nunca le dije qué canciones amaba.

Asentí.

—¿Cuáles son? —ya no recuerda que hace unos minutos atrás estaba molestándome por querer saber a donde íbamos.

Soomin se distrae muy rápido.

—Zombie de The Cramberries, Numb de Linkin Park y Spring Day. —Respondí con una sonrisa.

—Oh —exclamó con sorpresa. —. Tus gustos musicales y los míos son muy diferentes. —sonrió.

Y me gusta eso. Ambos somos muy diferentes pero eso es bueno, tenemos distintos temas de los que hablar porque hay cosas que sí nos gustan y cosas que no, y nos llevamos la contra hasta que sucede mi parte favorita:

Yo comienzo a hacerle cosquillas mientras escucho su hermosa risa y seguimos teniendo esa pelea de qué es mejor.

—Todo es diferente entre los dos. —corregí y le dediqué una mirada divertida para luego ver hacia el camino nuevamente.

—Uhm, cierto. —rió.

Estuvimos un rato en silencio mientras que las canciones iban pasando en la radio.

—Soomin. —dije.

—¿Sí? —respondió con una sonrisa.

Nunca deja de sonreír, y amo eso.

—Necesito decirte algo. —Hablé con seriedad.

Ella se vio confusa y asintió.

—Yo... —Quería poner un poco de intriga a todo, ver su rostro asustado y lleno de confusión me divierte. —Necesito besarte. —Han sido varios días, ¡casi una semana! Sin que ella me haya besado.