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Parte 39

Narración omnisciente.

—¡SOOMIN TUAN ESTÁS MUERTA! —escuchó como le gritaba su hermano. —¡Te atreviste a salir de casa sin mi permiso! peor aún, ¡por la ventana! —Mark hablaba demasiado fuerte haciendo a Soomin palidecer.

Mierda.

La habían descubierto y el rostro de su hermano no era uno muy lindo que se diga en esos momentos.

Estaba rojo de ira. Soomin no sabía qué hacer, si reír o seguir temblando de miedo como un cachorro.

—M-Mark, perdona —titubeó. —. Tu no me ibas a dejar salir y... Necesitaba salir. —muy buena excusa, nótese el sarcasmo.

—¡Estás castigada! ¡No saldrás a ningún lado y no quiero pucheros ni berrinches que te irá peor! —sí, estaba muy enojado.

—¡Mark tu no eres papá! —espetó a la defensiva. Mala idea.

Su hermano la vio incrédulo.

—Soy tu hermano mayor, tengo derecho a castigarte si cometes algo, soy responsable de ti al igual que papá y ¿adivina qué? Mi padre, o sea el tuyo —dijo haciendo énfasis en la última palabra. —, ¡me dejó a cargo de ti, mocosa!

¡Ya era mayor de edad! Oh, cierto, aún no. Tenía diecinueve, aún no es mayor de edad. Le hubiese encantado vivir en Los Ángeles o alguna otra ciudad que sea de otro país, excepto seúl u otra ciudad del continente asiático. Malditas edades.

—Perdón, ¿si? —ahí iban los pucheros y mirada de bebé.

Ah, pero no. Mark Tuan no caería en las jugadas de su hermana.

—Tus caritas de niña apunto de llorar no me dan ni una pizca de lástima —graznó. —. Ve a tu habitación y no salgas de ahí. —ordenó secamente.

Soomin refunfuñó en lo bajo y se dirigió a las escaleras, cuando estuvo apunto de subir se detuvo al escuchar a Mark hablar.

—Espera —dijo. —, primero antes de que subas, dime, ¿con quién estabas? —paró en seco. ¿Qué iba a decirle?

—Y-Yo, estaba con Hyungwon. —vaciló.

—Ajá y yo soy miembro de got7. —respondió con sarcasmo.

—¿Para qué quieres saber? —hizo un puchero. —No es como si me vas a reducir el castigo si te digo. —habló con seriedad, sintiéndose temerosa de lo que diría su hermano.

Mark jamás reaccionaba muy bien ante contestaciones como esas. Pero aún así, Soomin quiso atreverse.

—No, pero necesito saber quién jodido es el culpable de que mi hermana la loca saliera por la ventana —espetó. —, y peor aún, en esta época en la que puedes resbalar y quedarte como la chica luz como quedé yo hace años. —añadió con voz firme, matando a Soomin con la mirada.

—Ah, fui a ver a... —y no se le pudo ocurrir otro nombre. —Jungkook.

Su hermano frunció el ceño.

—¿Jungkook? ¿Quién es ese? —indagó con curiosidad.

—¡No estoy en un cuestionario! —se quejó. —¡Hasta mañana! —dijo ella subiendo rápidamente las escaleras.

...

Al siguiente día, jueves, Soomin asistió a la universidad buscando con la mirada al chico de cabellos castaños.

No  lo vio por ningún lado, sintiéndose un tanto nerviosa por ello, pero sí pudo ver a su tierno amigo Jungkook, quien le sonrió.

—¡Minnie! Hola. —le saludó él con felicidad.